Advertencia

Este blog ha sido diseñado para que pueda realizarse una lectura, de un texto de San Bernardo, cada día del año. No obstante, en esta fase se unificarán progresivamente los capítulos para que también puedan leerse como pequeños libros completos. Igualmente se añadirán las cartas de San Bernardo, que nos permitirán hacernos una idea cronológica de en qué época y circunstancias fueron hechos tanto los escritos como los sermones (están en un blog aparte)

jueves, 26 de diciembre de 2013

CARTA QUINTA DE SAN BERNARDO

A Adan monge, el cual al dicho Abad de Morimundo se había juntado y le disuade el Santo para que no camine con él.

 El tener tan conocida tu humildad y la necesidad del peligro que insta, todo anima mi confianza, para que te hable con más acrimonia y para con más libertad te arguya. O insensato. Quien fascinó el entendimiento para que tan presto te apartases de aquel tan saludable consejo, en que ahora poco ha conviniste conmigo, siendo Dios el testigo solo? Atiende necio, a tus pasos y dirige tus pies por los caminos del Señor. No te acuerdas que primeramente en el Monasterio Mayor dedicaste los primeros indicios de convertido; y que habiéndote encomendado a mi providencia (sea ella cual fuese) pasaste lo segundo a vivir en en el Convento de Fusniaco: lo tercero tu estabilidad firmaste en el de Morimundo, lo cuarto conmigo habiendo tomado mi consejo; y habiéndote cambiado el Abad Arnoldo a que te fueses con él a peregrinar o a vagar por mejor decir tu ingenuamente le despediste, juzgando que si a él no le era lícito el hacer ausencia, también a ti te sería ilícito el ir en su compañía? Qué más? Por ventura tendrás por lícito el que otro retroceda y se aparte a su cargo cometidos, llorando su lamentable escándalo y sin haber guardado la licencia del Comisario?
Pero qué fin tienes en querer retractar lo que antes tenías determinado? Por lo cual te arguiré de inconstante y de ligero y de que tu no estás en ti, te probaré con evidencia: y de la misma manera en fin conociendo tu error, y avergonzado, aprenderás del Apóstol que nos dice: que no a todo espíritu se debe dar crédito. Aprende también de Salomón, que nos enseña: que los amigos han de ser muchos, pero que de  mil ha de ser uno el consejero. Toma ejemplo asimismo del Precursor de Cristo, que no solo con ropas delicadas de precio no andaba vestido, sino que ni tampoco era cual caña débil del viento agitada porque no se moía a todo espíritu y doctrina. Aprende del Evangelio a edificar tu casa sobre tierra firme, y con los discípulos aprende no a olvidar de la serpiente la prudencia, con la simplicidad de la paloma; y así de  estos, como de otros muchos testimonios de la Escritura, harás una suma y reconocerás con envidia que con mil modos y formas el engañador te procura dejar burlado; y ya que no pudo impedir tus buenos principios, de la perseverencia intenta estorbar los progresos. Esto juzga ciertamente que puede bastar a su malicia el quitar de ti la perseverenacia por ser esta de las virtudes de la corona. Ruégote por las entrañas de la misericordia de Nuestro Señor Jesucristo, que de ningún modo te vayas o por lo menos que no sea antes que en lugar oportuno vengas a hablar conmigo, veremos si por ventura hallamos remedio para tantos males como vuestra partida sentimos haber venido o que vendrán tenemos. Vale. 

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