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De lo dicho se hace, a mi parecer, bastante claro que no todos los que tienen caridad tienen la persevererancia en ella. De otra suerte en vano amonestaría el Señor a los discípulos diciéndoles: Permaneces en mi amor. Porque si todavía no amaba no debía decir: permaneced en mi amor sino tener mi amor. o si amaban ya no eran necesario amonestarles la perseverancia. de lo cual según aquellos no podían ser privados. Puede pues el siempre bueno de conservar con la fe no fingida la caridad de un corazón puro y de una conciencia buena, estimando más la vida del alma que la del cuerpos, teniendo menos horror a la muerte de la carne que a la de la fe.
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