CAPÍTULO 27
Hay un camino hacia arriba y otro hacia abajo. Un camino que lleva al bien; y otro, al mal. Guárdate del mal camino y elige el bueno. Si te sientes incapaz, suplica con el profeta y di: apártame del camino falso. ¿De qué manera? Y dame la gracia de tu ley; de aquella ley que diste a los que pecan en el camino, a los que abandonan la verdad. Uno de ellos soy yo, que he caído de la verdad. Entonces, el que cae, ¿no podrá levantarse? Por eso escogí el camino de la verdad para subir hasta la cima desde donde caí por mi soberbia.
Subiré y cantaré: me estuvo bien la humillación. Más prefiero yo los preceptos de tu boca que miles de monedas de oro y plata. Puede parecerte que David propone dos caminos , pero fíjate y verás que es uno sólo con nombres distintos. Se llama iniquidad para los que bajan, y verdad para los que suben. Los peldaños son idénticos para los que suben al trono y para los que bajan. Uno es él camino para los que se acercan a la ciudad y para los que la abandonan. Y una es la puerta para las que entran en la casa y para los que de ella salen. Jacob vio en sueños que por una misma rampa subían y bajaban ángeles. ¿Qué quiere decir todo esto? Si quieres volver a la verdad, no necesitas buscar un camino nuevo, desconocido. Te basta el mismo por el que has bajado. Ya lo conoces. Desandando el mismo camino, sube, humillado, los mismos peldaños que has bajado ensoberbecido. Así, el que es duodécimo escalón de soberbia para el que baja, debe ser el primero de humildad para el que sube; el undécimo, el segundo; el décimo, el tercero; el noveno, el cuarto; el octavo, el quinto; el séptimo, el sexto; el séptimo; el quinto, el octavo; el cuarto, el noveno; el tercero, el décimo; el segundo, el undécimo, y el primero, el duodécimo.
Cuando hayas encontrado, aún más, reconocido en ti estos grados de soberbia, ya no tendrás que afanarte por encontrar el camino de la humildad.
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