A Adán Monge, arriba nombrado, en la cual le amonesta el santo, que muerto el abad se vuelva; y que no le debió obedecer
Si permanecieras en Caridad, en la cual antiguamente conocimos, o por lo menos lo pensábamos verdaderamente de la caridad, sintieras los daños que son escándalos para los pequeñuelos. Porque ni la caridad a la caridad ofendiera, y cuando sintiera la ofensa la despreciara; no pudiéndose negar a sí propia, a las cosas divididas las une, y a las que están juntas dividirlas no sabe.
De aquí es, como dejo dicho, que si la caridad hubiera quedado en ti, no callara, no se estuviera quieta, no disimulara; antes bien lanzando gemidos dentro de tu pecho piadoso te dijera murmurando: Quien es escandalizado, y yo no me abrazo y quemo? Porque la caridad es benigna, ama la paz y se alegra con la unión. Ella sola es la que la alegra con la unión. Ella sola es la que la unión engendra, la que junta, la consolida y conserva: y allí conocemos conservarle la unión, donde notamos ayer el vínculo de la paz. Enojada y airada contra nosotros está tan venerable Madre de la unión, y paz, de qué manera podéis presumir que cualquier sacrificio vuestro puede ser acepto a Dios; como sin ella, según el Apóstol, aún el martirio no le puede ser acepto? O con qué razón tenéis confianza de que no la tenéis contra vosotros airada, como ofendida, si obrando tan inhumanamente no habéis perdonado ni perdonáis las prendas tan inestimables de la caridad, contando la visión y rompiendo la paz.
Mira y atiende, como de toda la hermandad la unión herida ya con el cuchillo de vuestra partida, de vosotros se queja y cómo llorando miserablemente dice: los hijos de mi madre pelearon contra mi. Y con mucha razón. Porque quien no está con la caridad, contra ella hace de oposición. Piensas que sin gemidos podrá oír la caridad, madre piadosa, el justo llanto de su hija. Por esto juntando ella sus lágrimas a las nuestras, dice de vosotros: a los hijos crié y los puse en alto, y ellos me trataron con desprecio. el mismo Dios es caridad; y la paz nuestro Cristo, es que de dos pueblos hizo uno, es a saber del pueblo gentilicio y judaico. De la Trinidad se alaba grandemente la unión. Si contra alguno, pues, la caridad, la paz y unión se reconocen aireadas, este tal que puede tener en el Reino de Cristo y de Dios. Pero por ventura dirás: nuestro Abad nos llevó consigo y para que fuéramos con él intervino su mandato; pues acaso no debimos obedecerle pronto? Bien sabes tu, si no es que por ventura te hayas olvidado, lo que cierto día habiéndome comunicado la connjuración, y el escándalo, y tomado mi consejo, quedó entre los dos convencido, que con toda diligencia se sacudiera de los hombros la contribución y carga. En lo cual si hubieras permanecido sin razón de ti hubiera dicho: bienaventurado el hombre que en el consejo de los malos no consiente. Pero vemos se estuviera obligado a ofrecer al padre el hijo, y el Maestro el discípulo; y que le felicitó el Abad llevar a sus monges donde fuera su gusto y enseñarlos según su voluntad y arbitrio pero esto se entiende mientras vivió el padre y el Maestro.
Ahora, pues, que ya el tal es muerto, a quien estáis obligados a oír como a Doctor, o de seguir como a Capitán,para que flojos, y perezosos, os tardéis en cortar y deshacer tan grande escándalo? Quien ya puede prohibir, no digo que a mi, sino que al mismo Dios, habiéndoos vuelto a vuestra Casa con su benignidad, le oígamos por la boca de su profeta decir: por ventura el que cayó, no se levantará? O el que una vez se fue no volverá? Por ventura él mismo muriendo nos dejó puesto entredicho, para que el que una vez ha caído, después no le procuréis levantado? Y el que una vez se haya ido, rehusas el hablar de que ha vuelto? Desta manera también vosotros necesariamente habéis de obedecer al difunde; y obedecer contra la Caridad, obedecer es con el peligro de vuestra salud.
4. Pero pienso que dirás, que de ninguna manera es más firme ni puede tener más fuerza el vínculo unión de los Abades para con los súbditos, que la que tienen entre sí los casados a los cuales los juntó Dios y no hombre alguno, ligándolo con inviolable Sacramento y atendiendo a nuestro salvador, que nos está diciendo: A lo que Dios juntó, el hombre no lo aparte.
De aquí es, como dejo dicho, que si la caridad hubiera quedado en ti, no callara, no se estuviera quieta, no disimulara; antes bien lanzando gemidos dentro de tu pecho piadoso te dijera murmurando: Quien es escandalizado, y yo no me abrazo y quemo? Porque la caridad es benigna, ama la paz y se alegra con la unión. Ella sola es la que la alegra con la unión. Ella sola es la que la unión engendra, la que junta, la consolida y conserva: y allí conocemos conservarle la unión, donde notamos ayer el vínculo de la paz. Enojada y airada contra nosotros está tan venerable Madre de la unión, y paz, de qué manera podéis presumir que cualquier sacrificio vuestro puede ser acepto a Dios; como sin ella, según el Apóstol, aún el martirio no le puede ser acepto? O con qué razón tenéis confianza de que no la tenéis contra vosotros airada, como ofendida, si obrando tan inhumanamente no habéis perdonado ni perdonáis las prendas tan inestimables de la caridad, contando la visión y rompiendo la paz.
Mira y atiende, como de toda la hermandad la unión herida ya con el cuchillo de vuestra partida, de vosotros se queja y cómo llorando miserablemente dice: los hijos de mi madre pelearon contra mi. Y con mucha razón. Porque quien no está con la caridad, contra ella hace de oposición. Piensas que sin gemidos podrá oír la caridad, madre piadosa, el justo llanto de su hija. Por esto juntando ella sus lágrimas a las nuestras, dice de vosotros: a los hijos crié y los puse en alto, y ellos me trataron con desprecio. el mismo Dios es caridad; y la paz nuestro Cristo, es que de dos pueblos hizo uno, es a saber del pueblo gentilicio y judaico. De la Trinidad se alaba grandemente la unión. Si contra alguno, pues, la caridad, la paz y unión se reconocen aireadas, este tal que puede tener en el Reino de Cristo y de Dios. Pero por ventura dirás: nuestro Abad nos llevó consigo y para que fuéramos con él intervino su mandato; pues acaso no debimos obedecerle pronto? Bien sabes tu, si no es que por ventura te hayas olvidado, lo que cierto día habiéndome comunicado la connjuración, y el escándalo, y tomado mi consejo, quedó entre los dos convencido, que con toda diligencia se sacudiera de los hombros la contribución y carga. En lo cual si hubieras permanecido sin razón de ti hubiera dicho: bienaventurado el hombre que en el consejo de los malos no consiente. Pero vemos se estuviera obligado a ofrecer al padre el hijo, y el Maestro el discípulo; y que le felicitó el Abad llevar a sus monges donde fuera su gusto y enseñarlos según su voluntad y arbitrio pero esto se entiende mientras vivió el padre y el Maestro.
Ahora, pues, que ya el tal es muerto, a quien estáis obligados a oír como a Doctor, o de seguir como a Capitán,para que flojos, y perezosos, os tardéis en cortar y deshacer tan grande escándalo? Quien ya puede prohibir, no digo que a mi, sino que al mismo Dios, habiéndoos vuelto a vuestra Casa con su benignidad, le oígamos por la boca de su profeta decir: por ventura el que cayó, no se levantará? O el que una vez se fue no volverá? Por ventura él mismo muriendo nos dejó puesto entredicho, para que el que una vez ha caído, después no le procuréis levantado? Y el que una vez se haya ido, rehusas el hablar de que ha vuelto? Desta manera también vosotros necesariamente habéis de obedecer al difunde; y obedecer contra la Caridad, obedecer es con el peligro de vuestra salud.
4. Pero pienso que dirás, que de ninguna manera es más firme ni puede tener más fuerza el vínculo unión de los Abades para con los súbditos, que la que tienen entre sí los casados a los cuales los juntó Dios y no hombre alguno, ligándolo con inviolable Sacramento y atendiendo a nuestro salvador, que nos está diciendo: A lo que Dios juntó, el hombre no lo aparte.