Advertencia

Este blog ha sido diseñado para que pueda realizarse una lectura, de un texto de San Bernardo, cada día del año. No obstante, en esta fase se unificarán progresivamente los capítulos para que también puedan leerse como pequeños libros completos. Igualmente se añadirán las cartas de San Bernardo, que nos permitirán hacernos una idea cronológica de en qué época y circunstancias fueron hechos tanto los escritos como los sermones (están en un blog aparte)

domingo, 24 de noviembre de 2013

CARTA CUARTA. A ARNOLDO, ABAD DE MORIMUNDO


CARTA CUARTA DE SAN BERNARDO. A ARNOLDO, ABAD DE MORIMUNDO


1.Primero quiero saber de ti, si el señor abad había vuelto de Flandes, donde había ido cuando su mensajero llegó a nosotros y pasado poco antes por el convento y por esta causa no he recibido las letras que tu le mandaste presentar. Dichoso al que le sea lícito ignorar por algún tiempo rumores tan tristes y melancólicos. Si supiera de cierto donde te encuentras, antes me fuera yo a tu presencia que no enviarte esta mi carta. Confías en que ninguna fuerza ni argumento pueda doblar tu confianza en ti mismo. Sin embargo, todas las cosas son posibles y todo lo puedo en aquel que me conforta. Aunque no ignore la fuerza de tu corazón de piedra, me gustaría estar a tu lado. 
2. Cuantas cosas que contra ti me mueven (o fueren de provecho o sin fruto no lo sé) te echara en la cara, dándote en el rostro con ellas no sólo con los ojos sino con las acciones y palabras. Demás de esto, siguiendo tus pasos, asido de tus pies y abrazado de tus rodillas, y todo pendiente de tu cuello, besara aquella dulcísima cabeza que conmigo, con un mismo propósito y debajo del suave yugo de Cristo, muchos años ha trillado. Llorara también cuanto pudiera y conjurara por Nuestro Señor Jesús y primeramente por su cruz, con la cual ciertamente redimió a los que tu matas en cuanto es de tu parte y a los que él juntó tu los divides. Divides así a los que llevas en tu compañía como a aquellos que dejas; también perdonarás a nosotros tus amigos, a los cuales aunque sin mérito otra cosa que llanto y lágrimas nos has dejado. Si me fuera lícito te blandeara por ventura y te atravesara con la voluntad, ya que no puedo con la razón. El pecho de hierro que no cede al temor de Cristo, pudiera ser que la piedad fraternal dejara blando. 
3. O columna grande de nuestra Orden, Oye, te ruego con paciencia al amigo, que impaciente del todo tu apartamiento de tu trabajo, y peligro queda en lo íntimo compadecido. O grande, vuelvo a decir, columna grande de nuestra Orden. No temes que tu  caído y postrado ha de ser inevitable la ruína de todo el edificio? Pero dirás, que tu no caes y que buena conciencia tienes. Bien. Damoste crédito porque de ti nada dudamos. Pero qué diremos de nosotros, ya que con tu partida gimiendo sentimos los escándalos y grandes esperamos los peligros?Tu también por ventura esto no lo ignoras, pero lo disimulas. Con qué razón tuno te presumes caído, si haces que otros muchos queden por ti arruinados, estando tu en ocupación, y presto en que te debes reconocer obligado a solicitar no tanto para ti como lo que es a otros útil y provechoso; no lo que cede en tu conciencia sino en el decoro y servicio de Jesucristo? De qué manera, digo, te puedes ir seguro, cuando el rebaño a ti sometido sin seguridad lo dejas y en un riesgo continuo? Quién ocurrirá a los lobos en sus acometimientos? Y quien a los Monjes atribulados ministrará el consuelo? Quien para las tentaciones dará providencia? Quien, finalmente, al león que ruge bufando a quién tragar le podrá resistir? Estarán patentes y descubiertas a las mordeduras de los malignos y a los que como si fueran bocados de pan, dejarán hechos pedazos el pueblo de Jesucristo. Ay de mi. Qué harán aquellas plantas nuevas de Cristo que por tus manos fueron ingeridas en sitios diversos y en lugares de incierta soledad y borrosos? Quién las cabará alrededor? Quien con la doctrina y ejemplo las hará crecer? Quién rondará la cerca? Quien cuidará de cortar las espigas que crecen mucho? O por ventura al correr el viento de las tentaciones, será fácil que las plantas muy tiernas echen raíces? O si con estas plantas nacen a un tiempo con ellas las malas yerbas, si no hay quien aparte éstas y deje aquellas en limpio, no será fuerza que agotadas no lleven fruto? Todo esto como sea cierto, ahora cúal es el bien tuyo y cómo podrá ser bien lo que es ocasión de tanto mal. De cualquier manera que tu estés confiado de que has de hacer frutos dignos de penitencia, acaso no quedan de este modo sofocadas con las espinas. Si bien ofreces y bien no divides, por ventura no pecas?
4.

lunes, 4 de noviembre de 2013

CARTA TERCERA DE SAN BERNARDO


                         A UNOS CANÓNIGOS REGULARES

En esta carta agradece S. Bernardo las alabanzas recibidas hacia su Orden y que varios novicios ingresen allí durante un año. Afirma que si su estancia no cumple las espectativas pueden retornar a sus puntos de origen con entera libertad. 

domingo, 3 de noviembre de 2013

SEGUNDA CARTA DE SAN BERNARDO


A Fulcon, mancebo, después arcediano de la catedral de Langres en Francia

Se trata de una carta extremadamente agria a Fulcon, por obtentar un cargo que era excesivo para él, pues había, según San Bernardo personas con más méritos. Critica a su tío por haberlo apartado de la Milicia de Cristo (templarios) y dedicado a acumular cargos y bienes materiales. Finalmente pide misericordia por el mismo. 

El término Arcediano puede hacer referencia a: Arcediano, nombre bajo el que se denominaba al diácono principal de una catedral.