Advertencia

Este blog ha sido diseñado para que pueda realizarse una lectura, de un texto de San Bernardo, cada día del año. No obstante, en esta fase se unificarán progresivamente los capítulos para que también puedan leerse como pequeños libros completos. Igualmente se añadirán las cartas de San Bernardo, que nos permitirán hacernos una idea cronológica de en qué época y circunstancias fueron hechos tanto los escritos como los sermones (están en un blog aparte)

sábado, 8 de junio de 2013

SOBRE LOS OBISPOS. CAPÍTULO XXV


CAPÍTULO XXV

Censura la ambición de los eclesiásticos, la promoción de los jóvenes y la pluralidad de beneficios

 Más a ti, amantísimo, particularmente juzgo que es tanto más necesaria esta virtud, cuanto más conoces la materia y puede ocasionar altivez. El linaje, la edad, la ciencia, la silla (lo que es más) la prerrogativa de primado, ¿para quién no sería un incentivo de insolencia y ocasión de altivez? Aunque, a la verdad, también lo puede ser de humildad. A los que piensan en los honores, halagan estas cosas, pero a los que consideran las cargas, sirven de tedio y de temor. Más no todos perciben esta palabra. Pues, muchos no correrían a los honores con tanta confianza y alegría si advirtieran al mismo tiempo sus cargos. Recelarían, sin duda, echar sobre sí, peso tan grande y no pretenderían con tanto trabajo y peligro, la investidura de cualquier dignidad. Más ahora, porque sólo se atiende la gloria y no la pena, se tiene pudor de ser en la Iglesia un puro clérigo y se reputan a sí mismos por ínfimos y desairados, los que no son sublimados a un lugar más eminente. Los niños de la escuela, y jóvenes sin barba, por la nobleza de la sangre, son promovido a las dignidades eclesiásticas y desde la sujeción a la palmeta son trasladados a ser príncipes de los presbíteros; más alegres entonces de haberse liberado de las disciplinas, que de haber merecido el principado; y no lisonjeándoles tanto el magisterio, que han conseguido, como el que les han quitado. Y esto, a la verdad, es en un principio. Más con el discurso del tiempo, haciéndose poco a poco insolentes, salen doctos en breve para usurpar las Iglesias y para desocupar las bolsas de los súbditos, usando sin duda de uno de nuestros hábiles en esta ciencia que son la ambición y la avaricia. Pero por más diligencia que emplees en juntar tus lucros, pareciéndote a ti mismo muy cauto en esto, por más vigilancia que tengas en guardar tus cosas, por más cuidado que pongas en captar la gracia de los reyes y príncipes, con todo eso decimos: hay de de la tierra cuyo Rey es niño y cuyos Príncipes comen por la mañana.

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