A Roberto , sobrino de Bernardo
"Roberto, mi hijo querido, ya he esperado demasiado tiempo que se dignase Dios visitar vuestra alma y la mía, dándonos a vos el arrepentimiento que asegurase vuestra salvación, y a mí, la alegría de veros en el buen camino. Pero viendo que esta esperanza se desvanece, no puedo por más tiempo ocultar mi pesar, desechar mis inquietudes y disimular mi pena. He aquí por qué, dejando a un lado toda consideración de conveniencia, tomo la iniciativa para dirigirme a quien me ha herido.
Corro en pos de quien me desprecia; ofrezco explicaciones a quien me ha ofendido y ruego a quien debía rogarme. Es que el dolor no delibera cuando es excesivo, pierde toda medida y no sabe consultar la razón o tomar en cuenta la dignidad.
Yo quiero olvidar el pasado y no buscar ni los motivos ni las circunstancias de lo que ha sucedido, porque no tengo intención de discutir, de estudiar las causas o evocar penosos recuerdos: no quiero hablar sino de lo que interesa a mi corazón. Soy desgraciado por no veros más, por vivir sin vos, porque vivir así es una verdadera muerte para mí; y mi vida sería morir por vos. No quiero, pues, averiguar por qué os habéis marchado, pero gimo porque no habéis vuelto; no me preocupan las causas de vuestra partida, sino la demora de vuestro regreso. Volved solamente, y habrá terminado todo; volved, y todo será felicidad; sí, acercaos a mí, en los transportes de mi alegría, yo gritaré ‘Estaba muerto y resucitó, perdido y fue encontrado’."
(Nota: Roberto abandonó la Orden del Císter persuadido por las mayores comodidades de la de Cluny)
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