Advertencia

Este blog ha sido diseñado para que pueda realizarse una lectura, de un texto de San Bernardo, cada día del año. No obstante, en esta fase se unificarán progresivamente los capítulos para que también puedan leerse como pequeños libros completos. Igualmente se añadirán las cartas de San Bernardo, que nos permitirán hacernos una idea cronológica de en qué época y circunstancias fueron hechos tanto los escritos como los sermones (están en un blog aparte)

viernes, 8 de junio de 2012

CAPÍTULO XXXV


Capítulo 35

     Los serafines, con las alas de su contemplación, vuelan desde el trono al estrado,   desde el estrado al trono; con las alas restantes, cubren la cabeza y los pies del Señor. Pienso que se les ha asignado este lugar con un fin concreto. Como un querubín impedía al hombre entrar en el paraíso, un serafín cercena tu curiosidad. A partir de ahora no volverás a escudriñar, con tanto descaro y con tan poco recato, los secretos del cielo; ni tampoco podrás conocer los misterios de la Iglesia en la tierra. Tan sólo vas a sentirte satisfecho entre los corazones soberbios, que no se acomodan en la tierra como los demás ni vuelan hacia el cielo como los ángeles. 
     Aunque en el cielo se te oculte la cabeza, y en la tierra los pies, se te permite ver algo de ese mundo medio para excitar tu envidia. Mientras te encuentras suspendido en el aire, ves a los ángeles bajar y subir por ti, pero nada sabes de lo que ellos oyen en el cielo y de lo que anuncian en la tierra.

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