Advertencia

Este blog ha sido diseñado para que pueda realizarse una lectura, de un texto de San Bernardo, cada día del año. No obstante, en esta fase se unificarán progresivamente los capítulos para que también puedan leerse como pequeños libros completos. Igualmente se añadirán las cartas de San Bernardo, que nos permitirán hacernos una idea cronológica de en qué época y circunstancias fueron hechos tanto los escritos como los sermones (están en un blog aparte)

viernes, 16 de noviembre de 2012

APOLOGÍA DIRIGIDA AL ABAD GUILLERMO: CAPÍTULO XXX


Capítulo 30   

      Un tema tan complejo como éste me da pie para entenderme mucho más. Pero me apremian mis propias ocupaciones, bastante absorbentes, y tu prisa para marcharte, querido Ogerio, pues no estás dispuesto a demorarte más ni quieres irte sin este nuevo opúsculo. Por eso voy a satisfacer tu doble deseo. Te dejo partir y resumo lo que aún me falta. Por otra parte, es mejor decir poco con paz que mucho con escándalo. Y ojalá que ese poco lo haya escrito sin escandalizar a nadie. Pues sé muy bien que fustigando vicios se ofende a sus autores. Aunque también podría suceder, con el querer de Dios, que algunos a quienes yo temo exasperar, quizá lo lean a gusto, si es que se corrigen de sus vicios.
    Concretando. Todo dependerá de que los monjes más rigurosos dejen de murmurar y los más relajados corten con lo superfluo. Así, cada uno conservaría el don que posee, sin juzgar al que no lo tiene; si el que ya optó por lo mejor no envidia a los que son mejores y el que cree obrar mejor no desprecia la bondad del otro; si los que pueden vivir más rigurosamente no vilipendian a los que  no pueden hacerlo y éstos admiran a los primeros, pero sin pretender imitarlos temerariamente. A los que ya profesaron una vida más rigurosa no les está permitido descender a otra menos exigente sin caer en la apostasía. Lo cual no quiere decir que haya que llegar a la conclusión de que todos deberían pasarse de observancias menores a otras mayores, no sea que caigan en la ruina.

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