Advertencia

Este blog ha sido diseñado para que pueda realizarse una lectura, de un texto de San Bernardo, cada día del año. No obstante, en esta fase se unificarán progresivamente los capítulos para que también puedan leerse como pequeños libros completos. Igualmente se añadirán las cartas de San Bernardo, que nos permitirán hacernos una idea cronológica de en qué época y circunstancias fueron hechos tanto los escritos como los sermones (están en un blog aparte)

viernes, 16 de noviembre de 2012

TRATADO DE LA CONSIDERACIÓN DEL PAPA EUGENIO: PRÓLOGO



TRATADO DE LA CONSIDERACIÓN

San Bernardo 


 PROLOGO

Irrumpe en mi interior, beatísimo papa Eugenio, un deseo incontenible de dictar algo que te edifique, te agrade y te consuele. Pero vacilo entre hacerlo o no, pues dudo que pueda salir de mí una exhortación que debería ser libre y al mismo tiempo moderada; ya que me hallo como envuelto en una lucha entre dos fuerzas contrarias, impulsado por mi amor y frenado por tu majestad. Mientras ésta me inhibe, el amor me apremia. 
Pero entra en lid tu condescendencia y no me lo mandas sencillamente, sino que te rebajas a pedírmelo, cuando te correspondía ordenármelo. ¿Cómo podrán resistirse más mis temores, si tu propia majestad es tan deferente conmigo? No me mediatiza que hayas sido elevado a la cátedra pontificia. El amor desconoce lo que es el señorío y reconoce al hijo aun bajo la tiara. Es sumiso por naturaleza, obedece espontáneamente, accede desinteresadamente, desiste generosamente. Aunque no todos son así, no todos; porque muchos se deban llevar de la codicia o del temor. Esos son los móviles de quienes en apariencia te alaban; sin embargo, en su corazón anida la maldad. Te adulan con sus reverencias y luego te abandonarían en la desgracia. En cambio, el amor nunca desaparecerá. 

Yo, a decir verdad, me encuentro liberado de mis servicios maternales contigo, pero no me han arrancado el afecto de madre. Hace mucho que te llevo en las entrañas y no es tan fácil que me arranquen un amor tan íntimo. Ya puedes subir a los cielos o bajar a los abismos, que no acertarás a separarte de mí; te seguiré a donde vayas. Amé al que era pobre en su espíritu; amaré al que ahora es padre de pobres y ricos. Llegué a conocerte bien y sé que no has dejado de ser pobre en el espíritu, aunque te hayan hecho el padre de los pobres. Confío que se haya realizado en ti ese cambio, pero no a tu costa; tu promoción no ha conseguido cambiar tu condición anterior, sino solamente sobreañadirse a ella. Te amonestaré, pues, no como un maestro, sino como una madre. Tal como le corresponde al que ama. Quizá parezca más bien una locura, pero lo será para el que no ama ni siente la fuerza del amor.

 

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