Advertencia

Este blog ha sido diseñado para que pueda realizarse una lectura, de un texto de San Bernardo, cada día del año. No obstante, en esta fase se unificarán progresivamente los capítulos para que también puedan leerse como pequeños libros completos. Igualmente se añadirán las cartas de San Bernardo, que nos permitirán hacernos una idea cronológica de en qué época y circunstancias fueron hechos tanto los escritos como los sermones (están en un blog aparte)

lunes, 29 de julio de 2013

SOBRE LA CONVERSIÓN: CAPÍTULO XIII


Que los que se convierten son recreados con una maravillosa suavidad, y con las delicias de la vida piadosa y espiritual.

Mas no pienses, que es un lugar corporal este paraíso de las interiores delicias. No se entra con los pies en este huerto, sino con los afectos. Ni se pondera un acopio de árboles, sino un agradable y hermoso plantel de virtudes, verdaderamente espirituales. Un huerto cerrado, en donde la fuente sellada se parte en cuatro canales, y de una sola vena, que es la sabiduría, proceden cuatro virtudes. Allí también forman una primavera hermosísima las azucenas y cuando aparecen las flores, se oye también la voz de la tórtola. Allí el nardo de la esposa esparce suavísimo olor y se difunden por el aire los demás aromas, soplando blandamente el austro, ahuyentando el aquilón. Allí, en el medio, está el árbol de la vida, aquel manzano de los Cantares, más precioso que todos los árboles de las selvas, cuya sombra igualmente refrigera a la esposa y es dulce su fruto a su garganta. Allí el esplendor de la continencia y la vista de la verdad pura baña de luz los ojos del corazón; al oído también de gozo y alegría la voz dulcísima del interno consolador. Allí se comunica al olfato de la esperanza el gustosísimo olor del campo lleno, que bendijo el Señor. Allí se gustan anticipadamente en el ansia de los deseos las incomparables delicias de la caridad y cortadas las espinas y los abrojos con que antes era herida, bañada el alma en la unción de la misericordia, descansa felizmente en la buena conciencia. Las cuales cosas ciertamente no se cuentan entre los premios de la vida eterna, sino entre los estipendios de la temporal milicia, ni pertenecen a la futura promesa sino, antes, a la que al presente se ha hecho a la Iglesia. Porque esto es aquel ciento por uno que se da en este siglo a los despreciadores del siglo. Ni esperes tu, que yo le pueda ponderar con mis palabras. Sólo el espíritu es quien revela y en vano consultarás los libros. Antes debes buscar la experiencia. Esto es la sabiduría, cuyo precio no le sabe al hombre. Ella es traída de lo oculto; no se encuentra esta suavidad en la tierra de los que viven suavemente. Sin duda es la suavidad del Señor. No la verás, sino que la gustes. Gustad, dice, y ved, que es suave el Señor. Maná escondido es, un nombre nuevo es, que nadie le sabe sino el que le recibe. No le enseña la erudición sino la unción; no le comprende la ciencia, sino la conciencia. Es una cosa santa, son margaritas, ni hará lo que él mismo prohíbe, el que comenzó a hacer y a enseñar. Porque ni ya reputa perros o puercos, a quienes renunciando a los crímenes y delitos les consuela también por el Apóstol, diciendo: Esto fuisteis ciertamente, ero habéis sido lavados, habéis sido santificados. Solamente guárdese el perro de volver al vómito y el puerco lavado del revolcadero del cieno. 

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