Advertencia

Este blog ha sido diseñado para que pueda realizarse una lectura, de un texto de San Bernardo, cada día del año. No obstante, en esta fase se unificarán progresivamente los capítulos para que también puedan leerse como pequeños libros completos. Igualmente se añadirán las cartas de San Bernardo, que nos permitirán hacernos una idea cronológica de en qué época y circunstancias fueron hechos tanto los escritos como los sermones (están en un blog aparte)

martes, 2 de abril de 2013

SOBRE LOS OBISPOS. CAPÍTULO III


CAPÍTULO 3

 Habéis pensado pues con cordura, que la carga sacerdotal, los negocios del Obispado, y la acción pastoral no se podrían administrar dignamente sin consejo. De aquí es, que aun la misma Sabiduría, madre de los consejos castos, hablando de sí dice: Yo que soy la sabiduría, habito en el consejo. Pero ¿en qué consejo? ¿Por ventura en cualquiera? Y asisto, dice, entre los pensamientos eruditos. Igualmente, nos amonesta por la boca de Salomón, que nos desviemos de los consejos infieles, de este modo: Trata tu causa con el amigo, y no reveles tu consejo al extraño. Hermosamente también por otro sabio, persuadiendo a que nada se haga sin consejo, y advirtiendo en medio de eso, cuan pocos son los hombres del consejo, habla de esta manera: Tus amigos sean muchos, mas uno de entre mil sea tu consejero. Uno de entre mil, dice. Así no dudaré yo, que ha estado dios benigno contigo, pues de una cosa tan rara entre los mortales os ha concedido, no uno solo, sino dos, y esos mismos muy idóneos, próvidos y benévolos, y aun para que así fácilmente os ayuden, comprovinciales vuestros también; y para que lo hagan graciosamente, deudores a ti por el derecho de sujeción. Adhiriendo al consejo de estos, no seréis precipitado en pronunciar sentencia, no seréis vehemente en exigir la venganza, no seréis demasiado remiso en corregir, no severo con exceso en perdonar; no seréis pusilánime en dar lugar al tiempo; no habrá superfluidad en la mesa, no cosa de notar en el vestido: no seréis acelerado en prometer, no tardo en cumplir, como tampoco pródigo en dar. El consejo de estos siempre alejará de ti aquel mal, que para el tiempo es viejo, pero para la codicia nuevo; la simonía, digo, y su madre la avaricia, la cual es culto de los ídolos. Y, para comprenderlo todo en una palabra, si  confías en estos, honrarás en todo, a ejemplo del Apóstol, vuestro vuestro ministerio. Vuelvo a decir vuestro ministerio, no vuestro dominio. A él, pues, le honraréis, no vosotros mismo: porque el que busca las utilidades propias, desea ser él mismo honrado, no que lo sea su ministerio.

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