Advertencia

Este blog ha sido diseñado para que pueda realizarse una lectura, de un texto de San Bernardo, cada día del año. No obstante, en esta fase se unificarán progresivamente los capítulos para que también puedan leerse como pequeños libros completos. Igualmente se añadirán las cartas de San Bernardo, que nos permitirán hacernos una idea cronológica de en qué época y circunstancias fueron hechos tanto los escritos como los sermones (están en un blog aparte)

lunes, 1 de abril de 2013

SOBRE LOS OBISPOS. CAPÍTULO II


Mas, poco ha comenzó a soplar desde las partes donde os hallais hacia nosotros aura más apacible. Pues se nos anunciaron de Vos por recientes noticias cosas más alegres que lo acostumbrado, no habiendo tenido estos informes por los rumores inciertos de la fama, sino por la boca verídica del Venerable Obispo Meldense. Quien preguntado acerca del estado de vuestras cosas, con un rostro alegre, y como bien asegurado en la materia, sobre que se preguntaba, juzgo, dijo, que desde ahora se sugetará a los consejos del Obispo de Chartres. Esta respuesta escuché yo de él, con una alegría, igual a la certeza aque tengo, de que los consejos de este Varón son fidelísimos. En ninguna cosa podía hacerse para nosotros más recomendable el propósito de vuestro corazón: en ninguna cosa se nos podía dar esperanza más cierta de vuestro aprovechamiento en el Señor. Con toda seguridad, si yo no me engaño, podréis confiar a estos dos hombres, que hemos mencionado, así vuestra persona, como vuestras cosas. Usando de tales consejeros, conservaréis íntegra la fama y la conciencia. Esto es muy decente a un sacerdote de Dios, a un obispo de tan grande ciudad; y de ningún modo  le está bien gobernarse por consejos pueriles o seculares. Todos, según el precepto del Señor, aún los enemigos, sean amados; pero para dar consejo, elíjanse solos aquellos, que por una parte sean prudentes, y por otra benévolos. Por eso desechó el Señor, así el consejo imprudente del discípulo, como el consejo infiel de los hermanos, respondiendo al inadvertido: No tienes gusto de las cosas de Dios; y a los malévolos: Vosotros subid a este día festivo, mas yo no he de subir. No se quiso fiar, ni en la imprudencia de aquel, ni en la malicia de estos. Finalmente, buscando de quien podría confiarse, y a quien con seguridad podría encomendar la administración de sus misterios, como quien con dificultad le encontraba, preguntaba con admiración: ¿Quién piensas, es el siervo fiel, y prudente, que el Señor constituyó sobre su familia? Por lo cual, habiendo de encargar a Pedro el cuidado de las ovejas, procuró primero probar su benevolencia, preguntando tres veces, si le amaba. Hizo también prueba de su prudencia, cuando, errando los hombres, y juzgándole alguno de los Profetas, advirtiendo él prudentemente la verdad, le confesó mas bien por Dios de los Profetas, diciendo: Vos sos Cristo hijo de Dios. ¡Ay de nuestro linage por su imperfección! Apenas en una multitud de hombres hallarás uno, que sea consumado en una, y otra gracia. Porque con dificultad encontrarás la benevolencia en el que es prudente, o la sabiduría en el que es fiel Mas no tienen número los que carecen de una y otra prenda.

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