Advertencia

Este blog ha sido diseñado para que pueda realizarse una lectura, de un texto de San Bernardo, cada día del año. No obstante, en esta fase se unificarán progresivamente los capítulos para que también puedan leerse como pequeños libros completos. Igualmente se añadirán las cartas de San Bernardo, que nos permitirán hacernos una idea cronológica de en qué época y circunstancias fueron hechos tanto los escritos como los sermones (están en un blog aparte)

domingo, 14 de abril de 2013

SOBRE LOS OBISPOS. CAPÍTULO VII

                                                                     Freno del caballo

Más claman desnudos, claman los famélicos, se quejan y dicen: ¿qué hace el oro en el freno? ¿Por ventura aparta el oro del freno, del frío o del hambre? Cuando nosotros perecemos miserablemente de hambre y de frío, ¿ de qué sirven tantas mudas de vestidos, extendidos en varas largas o doblados en fundas? Nuestro es lo que derramáis, a nosotros nos quitáis de un modo cruel lo que vosotros gastáis superfluamente. También somos hechura de Dios nosotros, tanto como vosotros y con la sangre de Cristo estamos redimidos. Nosotros somos hermanos vuestros. Ved ahora, si es razón, que que es herencia y parte de vuestros hermanos. Nuestra vida os sirve a vosotros para que acumuléis provisiones superfluas. De nuestras necesidades se quita todo lo que a vuestras vanidades se aumenta. Dos males brotan en fin de una misma raya, que es la codicia: pues os pierde la vanidad poseyéndolos. A nosotros nos mata despojándonos. Andan los mulos cargados de piedras preciosas, y nos dejáis a nosotros en la desnudez. Sortijas, cadenas, campanillas, correas claveteadas y muchas cosas semejantes, tan hermosas en sus colores, como preciosas por su peso, van colgando de las cervices de los mulos: y no aplicáis, compasivos, aún unos estrechos ceñidores a los lados de vuestros hermanos. A esto se llega, que todas estas cosas ni has habéis ganado por el comercio, ni por el afán de vuestras propias manos, ni tampoco las habéis heredado de vuestros padres, sino que acaso digáis también vosotros en vuestro corazón: Poseemos como herencia nuestra el santuario de Dios. Veis aquí los pensamientos de los pobres, y lo que ellos dicen al presente delante de Dios, que entiende el lenguaje de los corazones. Porque ellos no osan quejarse contra vosotros en público, pues al contrario están obligados a implorar vuestra asistencia, para mantener su vida. Mas día llegará en que estarán en pie con gran constancia contra aquellos que les angustiaron y tendrán por protector, y vengador a aquel Señor, que es padre de los huérfanos y juez de las viudas. De él pues será esta voz: Vosotros me habéis rehusado a mi mismo, todo lo que no habéis hecho a los más mínimos de estos pequeños que son míos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario