Pero si prevalece la caridad contra la muerte, de modo que la puede tratar a ella en el combate, ¿por qué la llaman fuerte como la muerte, y no más antes, más fuerte que la muerte? ¿Es acaso porque ella es muerte también, y no puede ser más fuerte que sí misma? Buena muerte, pues no es de la vida, sino de la muerte. Buena muerte, y que de ningún modo debe causar horror, la que, aunque quita la vida, pero no la mata. Sin duda la quita, pero por determinado tiempo, habiendo de ser restituida en su tiempo y habiendo de durar sin tiempo. Ultimamente, Muertos estáis, dice, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios. Cuando apareciere Cristo en vustra vida, entonces vosotros también apareceréis con él en su gloria. Gustosamente pues careceré por algún tiempo de la vida, para poseerla por la eternidad. Y baste esto que se ha dicho sobre lo que está escrito: Caridad que procede de un corazón puro. A la verdad, en tan grande olvido de sí mismo, es necesario, que el corazón sepa, que no hay en él cosa alguna que le reprenda, a fin de que, dejando en sí la conciencia segura, se extienda con más seguridad a sí mismo para los lucros de afuera. Porque, ¿qué aprovecha al hombre, aunque gane todo el mundo, si él pierde su alma?
Advertencia
Este blog ha sido diseñado para que pueda realizarse una lectura, de un texto de San Bernardo, cada día del año. No obstante, en esta fase se unificarán progresivamente los capítulos para que también puedan leerse como pequeños libros completos. Igualmente se añadirán las cartas de San Bernardo, que nos permitirán hacernos una idea cronológica de en qué época y circunstancias fueron hechos tanto los escritos como los sermones (están en un blog aparte)
viernes, 26 de abril de 2013
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario