Advertencia

Este blog ha sido diseñado para que pueda realizarse una lectura, de un texto de San Bernardo, cada día del año. No obstante, en esta fase se unificarán progresivamente los capítulos para que también puedan leerse como pequeños libros completos. Igualmente se añadirán las cartas de San Bernardo, que nos permitirán hacernos una idea cronológica de en qué época y circunstancias fueron hechos tanto los escritos como los sermones (están en un blog aparte)

miércoles, 24 de abril de 2013

SOBRE LOS OBISPOS. CAPÍTULO XII


Obispo fiel, el que mirando cualquier bien, con ojos de paloma, ya sean los beneficios divinos para los hombres, ya los votos de los hombres para Dios, nada retiene para sí de todo ello. No busca las dádivas del pueblo ni el lucro; tampoco la gloria de Dios. No ata en el pañuelo, el talento que había recibido. Lo reparte entre los cambiadores, de los cuales recibe intereses no para sí, sino para Dios. No tiene cueva como la zorra, ni nido como las aves, no utiliza bolsa como la de Judas, ni lugar en la posada como no lo tuvo María. Verdaderamente imita a aquel Señor, que no tuvo donde reclinar la cabeza, haciéndose por ahora como un vaso perdido, habiendo de ser con el tiempo, sin duda, vaso para el honor y no para la afrenta. En fin, pierde en este mundo su alma a fin de guardarla para la vida eterna. No se puede gloriar verazmente de este bien, tan grande, de la pureza interior, sino quien desprecie perfectamente las glorias exteriores. No puede buscar con pureza los intereses de Dios, o del prójimo, el que no desprecie los propios. Si yo busco mi gloria, mi gloria es nada. Como el Apóstol puede afirmar que para mi el vivir es Cristo y el morir es ganancia. Y con el Profeta: He sido entregado al olvido, como quien está muerto de corazón, es decir en la propia voluntad. Buen olvido será si llegáis a olvidaros de vosotros mismos, para aprovechar al prójimo. Bien muerto estaréis en el corazón, si ya no pretendéis vivir para vosotros, sino para aquel que murió por vosotros. Bien muerto está de corazón el que puede decir: vivo pero ya no yo sino Cristo en mi. Esta muerte que se hace en el corazón es la caridad de la que habla la Esposa en los Cantares cuando dice Herida de caridad estoy yo. Es fuerte el amor como la muerte, y mata en nosotros la muerte, no la vida. Por lo cual animosamente amenaza: O muerte, yo he de ser tu muerte. Acaba con el pecado, que había quitado al alma a vida y restituye el alma a la inocencia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario