CAPÍTULO X
Sin embargo, por mas que sobresalga la castidad en su belleza, con todo eso sin la caridad nitiene precio ni méritol Ni hay qué admirar. Porque, ¿queé bien se recibe sin ella? ¿La fe? Mas, ni aun aquella que hable con lengua de Ángeles. ¿El Martirio? Ni aunque entregare, dece, mi cuerpo, de modo que yo arda. Ni sin ella se recibe algún bien, ni con ella se desecha bien alguno, por pequeño que sea. La castidad sin la caridad, es un lámpara sin aceite. Quita el aceite, y la lámpara no lucirá. Quita la caridad, y la castidad no agradará. Pero, ¡o qué hermosa es, como clama el sabio, una casta generación con la caridad! Con aquella caridad, digo que describe el Apóstol; que proecede de un corazón puro, y de una buena conciencia, y de una fe no fingida.
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