Advertencia

Este blog ha sido diseñado para que pueda realizarse una lectura, de un texto de San Bernardo, cada día del año. No obstante, en esta fase se unificarán progresivamente los capítulos para que también puedan leerse como pequeños libros completos. Igualmente se añadirán las cartas de San Bernardo, que nos permitirán hacernos una idea cronológica de en qué época y circunstancias fueron hechos tanto los escritos como los sermones (están en un blog aparte)

domingo, 31 de marzo de 2013

SOBRE LOS OBISPOS. CAPÍTULO I


CAPÍTULO I.
QUE ES ARDUO Y PELIGROSO EL OFICIO DE OBISPO; Y QUE POR ESO TIENE NECESIDAD DE BUENOS CONSEJEROS

1. Desde que recibisteis las llaves del Reino de los cielos, que os entregaron, siendo Dios autor de esto, y que, al modo de aquella mujer fuerte, comenzasteis a echar la mano a cosas fuertes; si llegó a nuestros oídos que hicisteis algunas cosas, que no debisteis, o que padecieseis algunas, que no quisierais, nos dolimos de quien hacia aquellas y nos condolimos con quien padecía estas. Mas entre esto hacía yo memoria de aquellos versículos: Los que descienden al mar en las naves, y que trabajan enmedio de las muchas aguas, suben hasta los cielos, y bajan hasta los abismos. Su alma se consumía a la vista de tantos males; fueron turbados, y movidos como el que está embriagado; y toda la sabiduría de ellos fue trastornada. Y por eso, no juzgaba yo con rigor, como suelen hacer algunos: antes bien me provocaba a compasión este pensamiento: Si es tentación, decía yo, la vida de cualquier hombre sobre la tierra, ¿a cuantos peligros, juzgas tu, que estará expuesta la vida de un obispo, a quien le es forzado sostener las tentaciones de todos? Si yo escondido en la caverna, y como debajo de la medida, no encuentro la verdad luciendo, sino humeando, sin embargo, aun así no logro evitar los ímpetus de los vientos, sino que, fatigado de continuas tentaciones, y de varios impulsos, soy movido al redentor por aquí y por allí, al modo de una caña agitada con el viento; ¿ qué sucederá al que está puesto sobre el monte, al que está colocado sobre el candelero? Debiendo de guardarme sólo para mi, con todo eso, yo mismo sólo me sirvo a mi mismo de escándalo; yo sólo me sirvo a mi mismo de tedio; yo solo me sirvo a mi mismo de carga, y de peligro; de modo, que es menester enojarme frecuentemente contra la gula, contra el vientre y contra el ojo, que me escandalizan. Pues ¿con qué molestias no será angustiado, qué penas no sufrirá aquel, en quien, aunque las cosas propias estén en calma, con todo eso jamás faltan por lo que mirar a los demás, peleas por fuera y temores por dentro? 

No hay comentarios:

Publicar un comentario