Máss grave aún sería que encima te estragaras entre placeres o te infatuara la fastuosidad. Tu testador no te ha legado nada de esto. Si te atienes a la letra del testamento, heredarás más bien preocupación y fatiga, no gloria ni riquezas. ¿Te halaga el solio pontificio? Pues viene a ser como una atalaya de centinelas. Desde ella deberás vigilarlo todo; ése es el deber que le impone tu condición de obispo, y no de señor. Pero esa vigilancia te obligará a vivir siempre tenso y no adormilado en la ociosidad. ¿Puedes apetecer la gloria donde no hay resquicio alguno para la tranquilidad? Imposible permanecer ocioso cuando apremia incesante la preocupación por todas las iglesias. ¿o recibiste otra herencia del santo Apóstol? Lo que tengo, eso te doy. ¿Qué te dio? Yo sólo sé que no te dio oro ni plata, porque expresamente te lo dijo: No tengo oro ni plata.
Si es que lo tienes tú, úsalo; pero no caprichosamente, sino según lo exijan los tiempos actuales. Así lo poseerás como si no lo poseyeras. Las riquezas no son ni buenas ni malas para el espíritu. Usar de ellas es bueno; su abuso es malo. Codiciarlas es peor; su lucro es pésimo. Podrás justificarte con las razones que quieras, pero no apelando al derecho apostólico. Te dio todo lo que tenía: la preocupación por las iglesias. ¿para dominarlas? Escucha: No tiranizando a los que se os han confiado, sino haciéndoos modelo del rebaño. Y lo dijo convencido de que debe ser así, porque también el mismo Señor lo manifestó en el Evangelio: Los reyes de las naciones las dominan, y los que ejercen el poder se hacen llamar bienhechores. Y añade: Pero vosotros, nada de eso. Está claro. A los apóstoles se les prohíbe toda dominación.
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