COMO DEBE CONDUCIRSE EN LA PROSPERIDAD Y EN LA ADVERSIDAD
Tampoco me gustaría que dejes de tener en cuenta cómo te comportas respecto a las tribulaciones. Felicítate si perseveras constante a pesar de las tuyas y te condueles de las ajenas. Será una señal la rectitud de tu corazón. A la inversa, sería indicio de un ánimo ruin y perverso si te sientes incapaz de soportar las propias y no tienes la más mínima compasión de las ajenas.
¿Y en la prosperidad? ¿No habrá nada que considerar? Lo hay. Si lo piensas bien, verás que son muy pocos los que no hayan aflojado al menos algo en la tensión de su espíritu por la guarda de sí mismo y por sus propias exigencias. ¿Podemos asegurar que la prosperidad no fue para los incautos algo así como el fuego para la cera o los rayos del sol para la nieve y el hielo? Sabio fue David y más sabio aún Salomón. Pero cuando nadaron en la prosperidad de los éxitos, uno perdió la cabeza en algún momento y el otro para siempre.
Es todo un hombre el que no pierde a cordura cuando se sume en las contrariedades. Pero también lo es si, sonriéndole la felicidad presente, no se deja seducir por ella. Sin embargo, de hecho, encontrarás muchas personas que mantuvieron el equilibrio en la adversidad y muy pocas que no lo perdieron en la prosperidad. Supera y aventaja a todos el que, con la fortuna a su favor, no se mostró insolente en su hilaridad, ni impertinente en su modo de hablar, ni ostentoso en el lujo de sus vestidos, ni arrogante en sus ademanes.
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