Advertencia

Este blog ha sido diseñado para que pueda realizarse una lectura, de un texto de San Bernardo, cada día del año. No obstante, en esta fase se unificarán progresivamente los capítulos para que también puedan leerse como pequeños libros completos. Igualmente se añadirán las cartas de San Bernardo, que nos permitirán hacernos una idea cronológica de en qué época y circunstancias fueron hechos tanto los escritos como los sermones (están en un blog aparte)

martes, 14 de agosto de 2012

LIBER DE GRATIA ET LIBERO ARBITRIO PROLOGUS CAPÍTULO I

Capítulo 1

       Un día, hablando en público, ensalzaba la acción de la gracia de Dios en mí. Reconocí que ella me predispone hacia el bien, me hace progresar y me da la esperanza de alcanzar la perfección. Uno de los presentes me preguntó: ¿Qué haces tú, o qué recompensa esperas, si todo lo hace Dios? -¿Qué me aconsejas?-, le respondí yo. Y me contestó él: -Glorifica a Dios, que te predispone, te impulsa y te inicia gratuitamente. Y vive de tal manera, que no seas ingrato a los beneficios recibidos, sino digno de recibirlos sin cesar. Yo le expliqué: Me das un consejo excelente. ¿Por qué no me inyectas también fuerza para cumplirlo? Porque una cosa es saber lo que se debe hacer, y otra muy distinta hacerlo. 
     Como también es muy distinto enseñar el camino a un ciego, o facilitar un vehículo al que está cansado de andar. No todo el que muestra el camino da fuerza para caminar. Con lo primero evitas que se desvíe; con lo segundo, que no desmaye en el camino. Asimismo, el maestro, por mucho que nos enseñe, no nos da la capacidad de hacer e bien. Yo necesito ambas cosas: la instrucción y la ayuda. Tu satisfaces mi ignorancia con tus consejos, pero también es verdad lo que afirma el Apóstol: El Espíritu acude en ayuda de nuestra debilidad. Más aún, el que me da consejo por tu medio debe darme la ayuda de su Espíritu, para cumplir lo que tú me aconsejas. Por favor especial suyo tengo a mano querer lo mejor, pero no el realizarlo  Y nunca podré realizarlo si quien activa en mí ese querer no me concede llevarlo a efecto con buena voluntad. 
    -Si así es -insistió-, ¿cuáles son nuestros méritos y qué podemos esperar? -Escucha -dije yo-: Nos salvó no por las buenas obras que hemos hecho, sino por su misericordia ¿Qué? ¿Piensas acaso que has conseguido méritos o que puedes salvarte por tu justicia, si ni siquiera puedes decir que Jesús es el Señor si no eres impulsado por el Espíritu Santo? ¿Has olvidado lo que él mismo dijo: Sin mí no podéis hacer nada. Y la cosa no está en que uno quiera o se afane, sino en que Dios tenga misericordia.

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