Capítulo 12
Más adelante trataremos la cuestión de si el primer hombre gozó de todo esto. En cambio, sí estamos seguros de poseerlo cuando, por la misericordia de Dios, alcancemos lo que pedimos en la oración: Hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo. Esto acaecerá cuando lo que hoy es natural en toda criatura racional, es decir, el albedrío -libre por esencia de toda clase de coacción- se dé también en los elegidos -como ya sucede en los ángeles- y vivan plenamente seguros de no pecar, preservados también de toda miseria.
Y con la experiencia de esta triple libertad sabrán lo excelente, agradable y perfecta que es la voluntad de Dios. Mientras llega esto, el hombre sólo posee plena e íntegramente la libertad de juicio. La libertad de deliberación es siempre limitada, incluso en los hombres espirituales, que han crucificado sus bajos instintos con sus pasiones y deseos, y en cuyo ser mortal no reina ya el pecado. Si no reina se debe a la libertad de deliberación. Y si no ha desaparecido por completo el pecado, está cautivo el libre albedrío.
Cuando venga lo perfecto, lo limitado se acabará. Es decir, cuando la libertad de deliberación sea total, el libre albedrío no estará cautivo. Esto es lo que pedimos diariamente cuando oramos a Dios: Venga a nosotros tu reino. Este reino no ha llegado todavía plenamente a nosotros. Se acerca cada día, lentamente, y extiende sin cesar su dominio en aquellas almas cuyo interior se renueva e día en día con la gracia de Dios. A medida que avanza el reino de la gracia se debilita el poder del pecado. Y en la misma medida que disminuye la eficacia de la gracia, deben decir: Todos caemos en falta muchas veces. Y esto nos sucede porque el cuerpo mortal oprime al espíritu y las necesidades de la vida terrena lo distraen con multitud de pensamientos, que incluso parecen perfectos. Por eso también se dice: Si afirmamos no tener pecado, nosotros mismos nos extraviamos y, además, no llevamos dentro la verdad. También por eso hay que orar continuamente: Venga a nosotros tu reino. Dicho reino no se establecerá plenamente en los hombres hasta que el reino de. pecado desaparezca de su ser mortal, y ni exista ni pueda existir en su ser inmortal.
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