¿Qué podemos decir de la libertad de complacencia, en esta vida miserable, donde a cada día le bastan sus disgustos y la humanidad entera lanza un gemido universal en los dolores de su parto, porque a despecho suyo se ve sometida al fracaso? Mucho más si tenemos en cuenta que la vida del hombre es una continua tentación, y hasta los mismos espirituales -que poseen las primicias del Espíritu- gimen en su interior y anhelan la redención de su cuerpo. ¿Es posible soñar en semejante libertad en medio de tanta debilidad? ¿Qué espacio le queda a la libre complacencia si todo está lleno de flaqueza? La misma inocencia y virtud, aunque están libres del pecado, nunca se ven exentas de la fragilidad, como grita el justo: ¡Desgraciado de mi! ¿Quién me librará de este ser mío, instrumento de muerte? Las lágrimas son mi pan noche y día. Cuando transcurren las noches y los días en la tristeza, no hay tiempo propicio para el gozo. Por otra parte, quien se proponga vivir en Cristo será más perseguido porque el juicio comienza por la casa de Dios. Así lo mandó él mismo: Comenzad por los míos.
Advertencia
Este blog ha sido diseñado para que pueda realizarse una lectura, de un texto de San Bernardo, cada día del año. No obstante, en esta fase se unificarán progresivamente los capítulos para que también puedan leerse como pequeños libros completos. Igualmente se añadirán las cartas de San Bernardo, que nos permitirán hacernos una idea cronológica de en qué época y circunstancias fueron hechos tanto los escritos como los sermones (están en un blog aparte)
lunes, 27 de agosto de 2012
LIBRO DE LA GRACIA Y EL LIBRE ALBEDRÍO: CAPÍTULO XIII
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario