Advertencia

Este blog ha sido diseñado para que pueda realizarse una lectura, de un texto de San Bernardo, cada día del año. No obstante, en esta fase se unificarán progresivamente los capítulos para que también puedan leerse como pequeños libros completos. Igualmente se añadirán las cartas de San Bernardo, que nos permitirán hacernos una idea cronológica de en qué época y circunstancias fueron hechos tanto los escritos como los sermones (están en un blog aparte)

viernes, 31 de agosto de 2012

LIBRO DE LA GRACIA Y EL LIBRE ALBEDRÍO

Capítulo 17


     Los sentimientos, en sí mismos, son innatos a nuestra naturaleza, y su perfección es obra de la gracia. Esta pone en orden los dones de la creación. Y las virtudes no son sino afectos bien ordenados. La Escritura dice que algunos temblaron de miedo cuando no había por qué temer. Tenían temor, pero no estaba bien orientado. El Señor quería educar a sus discípulos al decir: Os voy a indicar a quién tenéis que temer. Y David dice: Venid, hijos, escuchadme; os instruiré en el temor del Señor. También censura el amor desordenado cuando dice: La luz vino al mundo  los hombres prefirieron las tinieblas a la luz. Por eso la esposa suplica en e Cantar: Ordena en mí el amor. De modo semejante se reprende la voluntad desordenada de aquellos a quienes se dijo: No sabéis lo que pedís. Y a continuación les enseña cómo deben enderezar la voluntad torcida tomando el camino recto: ¿Podéis beber el cáliz que yo voy a beber? En aquel momento se lo decía sólo de palabra. Más tarde les enseñó con otras palabras a enderezar la voluntad. En el momento mismo de la pasión pidió que le retiraran el cáliz, aunque añadió inmediatamente: No se haga lo que yo quiero, sino lo que quieres tú. Así, pues, nuestra naturaleza, en cuanto criatura, ha recibido de Dios la facultad de querer, de temer y de amar. La facultad de querer el bien y de temer o amar a Dios es fruto de la visita  y la gracia, que nos transforma en criaturas de Dios.

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