Advertencia

Este blog ha sido diseñado para que pueda realizarse una lectura, de un texto de San Bernardo, cada día del año. No obstante, en esta fase se unificarán progresivamente los capítulos para que también puedan leerse como pequeños libros completos. Igualmente se añadirán las cartas de San Bernardo, que nos permitirán hacernos una idea cronológica de en qué época y circunstancias fueron hechos tanto los escritos como los sermones (están en un blog aparte)

lunes, 10 de junio de 2013

SOBRE LOS OBISPOS. CAPÍTULO XXVII

CAPÍTULO XXVII

 Pero se ve  en el clero, acelerarse en todas edades y clases. Los doctos y los indoctos al cuidado de los oficios eclesiásticos, como si cada uno viviera sin cuidados, después de lograr llegar a ellos. Ni esto es de admirar en aquellos, que todavía no los han experimentado y alcanzado. Viendo, que los que sometieron sus hombros a la anhelada carga, no sólo no gimen por estar bajo un gran peso, sino que simulan desear más carga. No se amedrentan de los peligros, que ciegos por la codicia no ven. Son incitados por las conveniencias que producen envidia. ¡Oh ambición siempre infinita y avaricia insaciable! Apenas han llegado a lograr los primeros honores eclesiásticos, conseguidos por méritos de su vida o de su dinero, por la prerrogativa de la carne y de la sangre, no poseerán el reino de Dios. No por eso se sosiegan los corazones, permaneciendo siempre inquietos entre dos deseos. Uno es el de dilatarse más y más, juntando en sí diversas dignidades. El otro es el de ser sublimado a las más altas. Por ejemplo, cuando uno es hecho Deán o Prepósito, Arcediano o cargos semejantes, no contento con un oficio en una iglesia, solicitan agregar otros muchos. Todos cuantos puede sea en en una iglesia o en muchas. Sin embargo, a todos estos  empleos, si hubiera lugar, gustosamente prefieren la dignidad de Obispo. Pero ¿por ventura se saciará aún así? Hecho Obispo, desea ser Arzobispo. Habiendo conseguido, quizá, el Arzobispado, de nuevo, soñando con cosas más altas, determinan frecuentar, emprendiendo laboriosos viajes, costosas comunicaciones, el palacio romano, adquiriendo allí ciertas amistades que sean lucrosas. Si buscan el lucro espiritual debe alabarse dicho celo, pero se debe reprender la presunción como digna de castigo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario