Advertencia

Este blog ha sido diseñado para que pueda realizarse una lectura, de un texto de San Bernardo, cada día del año. No obstante, en esta fase se unificarán progresivamente los capítulos para que también puedan leerse como pequeños libros completos. Igualmente se añadirán las cartas de San Bernardo, que nos permitirán hacernos una idea cronológica de en qué época y circunstancias fueron hechos tanto los escritos como los sermones (están en un blog aparte)

miércoles, 26 de junio de 2013

SOBRE LOS OBISPOS: CAPÍTULO XXXV


Mas, no lo hago por mi, dice, sino que mi fin es la libertad del Monasterio. ¡O libertad, por decirlo de este modo, más servil, que toda servidumbre! Con gusto me abstendré yo de una tal libertad, que me sujeta a la servidumbre pésima de la soberbia. Más temo los dientes del lobo, que la vara del pastor. Pues que, yo que soy monje, y tal cual Abad de monjes también, estoy cierto de que tentare sacudir de mi propio cuello el yugo de mi Obispo, al punto me veré sujeto a la tiranía de satanás. Sin duda, al ver aquella cruel bestia, que da vueltas buscando a quien devorar, que se ha alejado la guardia, al momento embiste al que tal presumió. Pues, con razón no duda de tomar la superioridad sobre el soberbio, quien con derecho se gloría de ser rey sobre los hijos de la soberbia. ¡Quién me diera a mi, que fueran deputados cien pastores para guardarme! Cuantos más tengo, que cuiden de mi, tanto más seguro salgo a los pastos. ¡O demencia estupenda! No dudo yo recoger para guardar una multitud de almas, ¿y siento pena en tener sobre la mía uno solo, que la guarde? Y ciertamente, los que están sujetos a mi, me ponen en el cuidado de dar cuenta por ellos a los que son mis superiores, ellos son los que velan, como que han de dar cuenta por mi. Aquellos, aunque me honran, me cargan; estos, no tanto me oprimen como me protegen. Acuérdome que he leído: Un juicio durísimo se hará a los que gobiernan, más al pequeño se le concede la misericordia. Pues ¿como vosotros, o monjes, tenéis por gravamen la autoridad de los Obispos? ¿Teméis acaso que os hagan algún daño? Mas si padecéis algo por la justicia, bienaventurados sois. ¿Qué ofende acaso, el que sean seglares? Pero ninguno más seglar que Pilatos, delante del cual estuvo el Señor para ser juzgado. No tendrías, dice, postestad sobre mi sino te hubiera sido dada de arriba. Ya entonces hablaba por él mismo y experimentaba en sí lo que después clamó por los Apóstoles en las Iglesias. No hay postesad que no venga de Dios y también: El que resiste a la potestad, resiste a la ordenación de Dios. 

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