Advertencia

Este blog ha sido diseñado para que pueda realizarse una lectura, de un texto de San Bernardo, cada día del año. No obstante, en esta fase se unificarán progresivamente los capítulos para que también puedan leerse como pequeños libros completos. Igualmente se añadirán las cartas de San Bernardo, que nos permitirán hacernos una idea cronológica de en qué época y circunstancias fueron hechos tanto los escritos como los sermones (están en un blog aparte)

sábado, 15 de junio de 2013

SOBRE LOS OBISPOS: CAPÍTULO XXXI


Mas, para con seguridad podáis presidir, no debéis desdeñaros en sujetaros también a quien debéis. Porque desdeñarse de la sujeción hace al hombre indigno. Consejo es del Sabio: cuanto mayor eres, tanto te has de humillar en todo. Pero es precepto de la Sabiduría: el que es mayor de vosotros hágase como el menor. Y, si es conveniente estar sujeto aún a los menores, ¿cómo será lícito despreciar el yugo de los mayores? Más que antes vean en vosotros, un ejemplar de lo que ellos deben ejecutar. Entendéis lo que digo: a quien debéis honor dad honor. Toda alma, dice, esté sujeto a las potestades, que son más sublimes. Sí toda alma, por tanto también la vuestra. ¿Quién os ha exceptuado de esa universalidad? Si alguno pretende eximiros de ella intenta engañaros. No queráis consentir a los consejos de aquellos que, siendo cristianos, tienen por oprobio el seguir los hechos de Cristo u obedecer a sus dichos. Esos mismos son los que os suelen decir: "conservad, el honor de vuestra silla a la verdad y la razón que por voz creciese la Iglesia, que está encomendada a vuestro cuidado: más ahora, por lo menos permanezca en aquella dignidad en que la recibisteis. ¿Pues qué, sois vos menos poderoso, que vuestro predecesor? Si por vos no crece, a lo menos no mengue". Esto dicen ellos. Más de diverso modo lo mandó y practicó Cristo. Dad, dice, lo que es del César al César y lo que es de Dios a Dios. Lo que pronunció con la boca, cuidó de cumplirlo con sus obras. El creador del César no dudó en dar el tributo al César: lo hizo como ejemplo para que también vosotros lo hagáis así. Más ¿cuándo negaría a los sacerdotes la debida reverencia, el que procuró exhibirla también a las potestades seculares? A la verdad, si asistís cuidadoso al sucesor del César, quiero decer al Rey, en sus Cortes, en sus Concejos, en sus negocios y en sus ejércitos ¿será indigno de vos el portaros con el Vicario de Cristo en la misma conformidad en que está establecido entre las Iglesias de lo antiguo? Las cosas que vienen de Dios, dice el Apóstol, están ordenadas por Dios. Espero que nadie os acerque a la ignominia que es resistir a las órdenes de Dios. Será ignominioso para el siervo, si es como su Señor. O para el discípulo si es como su Maestro. Juzgan ellos  que os honran muchísimo, cuando intentan preferiros a Cristo, reclamando lo mismo y diciendo: no es el siervo mayor que su Señor, ni es el Apóstol mayor que quien le envió. Lo que no desdeñó el Maestro, y Señor  ¿Lo juzgará por indecente el siervo bueno y discípulo devoto?

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