Advertencia

Este blog ha sido diseñado para que pueda realizarse una lectura, de un texto de San Bernardo, cada día del año. No obstante, en esta fase se unificarán progresivamente los capítulos para que también puedan leerse como pequeños libros completos. Igualmente se añadirán las cartas de San Bernardo, que nos permitirán hacernos una idea cronológica de en qué época y circunstancias fueron hechos tanto los escritos como los sermones (están en un blog aparte)

martes, 11 de junio de 2013

SOBRE LOS OBISPOS. CAPÍTULO XXVIII


CAPÍTULO XXVIII

Algunos, cuando no pueden hacer esto, se vuelven a otro género de ambición en que no, con menos intensidad, declaran el ansia que tienen de dominar, pues presidiendo a ciudades muy populosas y rodeando, en el ámbito de su propio obispado (por decirlo así) las patrias de todos; hallando ocasión por cualquier privilegio antiguo. Pretenden sujetar así las ciudades vecinas. A fin de que dos ciudades, a las cuales apenas bastarían dos obispos, se reduzcan bajo uno solo. Yo os ruego me digáis, ¿qué presunción sea esta tan odiosa; qué ardor es este tan grande de dominar sobre la tierra, qué codicia de mandar es esta tan desenfrenada? Ciertamente, en un principio, cuando fuiste elevado a la silla, llorabas, la rehusabas, te quejabas de la fuerza, diciendo: que esto era mucho para ti y enteramente sobre tus fuerzas; clamando, que eras miserable, e indigno y que no eras idóneo para ministerio tan santo, ni eras suficiente para tan grandes cargas. Pues ¿cómo ahora desechado aquel pundoroso temor, anhelas voluntariamente a los obispados más amplios, o más bien, con una irreverente audacia, no contento con lo propio, quieres apoderarte de lo ajeno? ¿A qué fin esto? ¿Es acaso, para que salves más pueblos? Pero cosa injusta es, que metas tu hoz en la mies ajena. ¿Es para hacer más bien a tu Iglesia? Pero al Esposo de las Iglesias no agrada el aumento de una, que sea detrimento de otra. ¡Ambición cruel e increíble, si los ojos no lo hicieran creer! Apenas contienen sus manos, para no cumplir a la letra aquello que se lee en el profeta: partieron el vientre a las mujeres de Galaad, que estaban preñadas para dilatar los términos de sus país.

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