Advertencia

Este blog ha sido diseñado para que pueda realizarse una lectura, de un texto de San Bernardo, cada día del año. No obstante, en esta fase se unificarán progresivamente los capítulos para que también puedan leerse como pequeños libros completos. Igualmente se añadirán las cartas de San Bernardo, que nos permitirán hacernos una idea cronológica de en qué época y circunstancias fueron hechos tanto los escritos como los sermones (están en un blog aparte)

jueves, 12 de julio de 2012

DE DILIGENDO DEO: CAPÍTULO VIII


Capítulo 8 
  Y al final exclama: ¡Qué hermoso eres, amado mío, qué agraciado ! Nuestro lecho está cubierto de flores. Quien muestra el lecho indica claramente lo que desea. Y al decir que está cubierto de flores, insinúa suficientemente cómo espera conseguir su deseo : no por sus méritos propios, sino por las flores del campo que bendijo el Señor. 
  A Cristo le encantan las flores. Por eso eligió Nazaret para ser concebido y criarse allí. Al esposo celestial le deleitan esos aromas y se adentra gustosamente, siempre que puede, en el tálamo de nuestro corazón si lo encuentran cubierto de flores y cuajado de frutos. Donde ve un alma entregada a la meditación continua de la gracia de su pasión o de su gloriosa resurrección, allí acude presurosamente. 
  Los tesoros de la pasión son de la cosecha del año anterior, de los siglos transcurridos bajo el imperio del pecado y de la muerte, sazonados en la plenitud de los tiempos. Las señales de la resurrección son las flores de la nueva primavera, maduradas por la gracia del nuevo verano, cuya espléndida cosecha será la resurrección universal al final de los tiempos. Ya ha pasado el invierno, dice, las lluvias han cesado y se han ido, brotan las flores en la vega. Quiere decir que llegaron los calores estivales con aquel que deshizo el hielo de la muerte y lo cambió por la templada bonanza de una vida nueva. Todo lo hago nuevo, dice. Siembra su carne en la muerte y florece en la resurrección. Con su fragancia reverdece en nuestros campos y valles la aridez, se templan las escarchas y revive la muerte.

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