Advertencia

Este blog ha sido diseñado para que pueda realizarse una lectura, de un texto de San Bernardo, cada día del año. No obstante, en esta fase se unificarán progresivamente los capítulos para que también puedan leerse como pequeños libros completos. Igualmente se añadirán las cartas de San Bernardo, que nos permitirán hacernos una idea cronológica de en qué época y circunstancias fueron hechos tanto los escritos como los sermones (están en un blog aparte)

martes, 17 de julio de 2012

DE DILIGENDO DEO: CAPÍTULO XIII


Capítulo 13


  La mano izquierda del esposo sostiene la cabeza de la esposa, para que se recline y se apoye en él; esto es, para que las tendencias de su espíritu no se encorven, inclinándose sacian los deseos carnales; porque el cuerpo mortal es lastre del alma y la tienda terrestre abruma la mente pensativa. 
   Pero llegará a dominarlo mediante la meditación de la misericordia de Dios, tan inmensa y gratuita; de su amor tan evidente y generoso; de su clemencia tan inconcebible; de su mansedumbre tan inigualable; de su dulzura tan maravillosa. La consideración asidua de estas realidades inflamará su espíritu, purificándolo de todo amor perverso y lo conmoverá profundamente; le impulsará a despreciar todo lo que sólo se puede apetecer cuando no se comprenden estas realidades. 
  Por eso corre ligera la esposa al buen olor de estos perfumes y ama enardecida. Y aunque llegue a devorarle un incendio de amor, cree amar muy poco, por sentirse tan amada. Y es verdad. ¿Qué tiene de extraño que este puñado de polvo se entregue por entero a amar y corresponder a un amor tan inmenso y sublime? ¿No se le adelantó en el amor la Majestad divina, volcándose por salvarla? Tanto amó Dios al mundo, que le dio a su único Hijo. Aquí se habla del Padre. Al Hijo se refiere en otro lugar: Se entregó a la muerte. Y del Espíritu Santo nos dice el Hijo: el Espíritu Santo que el Padre enviará en mi en mi nombre, os lo enseñará todo y os irá recordando lo que yo os he dicho. Dios ama, y nos ama con todo su ser, porque nos ama toda la Trinidad, si podemos expresarnos así tratándose del infinito, incomprensible y esencialmente simple.

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