De Diligendo Deo
San Bernardo
PROLOGUS
Al ilustre señor Aimeric, Cardenal diácono y Canciller de la Iglesia de Roma, Bernardo, abad de Claraval, le desea vivir y morir en el Señor.
Hasta ahora siempre me has pedido oraciones, nunca me has apremiado a que te explique ninguna cuestión. Reconozco que me siento incapaz de satisfacerte en lo uno y en lo otro. Lo primero me lo exige mi profesión, pero no lo cumplo en mi vivir monástico. Para lo segundo, si te digo la verdad , me encuentro sin lo más indispensable, que es habilidad e ingenio.
Sin embargo, me agrada muchísimo que me pidas cosas espirituales a cambio de las materiales que no tengo. Aunque deberías haber recurrido a otro más rico que yo. En semejantes circunstancias, sabios e ignorantes acostumbran presentar sus excusas. Y no suele ser fácil distinguir entre los pretextos de la ignorancia y los de la sencillez de espíritu. Suele quedar manifiesto en el sencillo hecho de obedecer a lo que a uno le mandan.
Acoge, pues, lo que te presenta mi pobreza, pues no quiero que me tomen por filósofo al darte la callada por respuesta. Tampoco te prometo responder a todas tus preguntas, sino solamente a lo que me consultas sobre el amor a Dios. Y lo haré conforme él me inspire. Esto es lo más sabroso, lo más fácil de explicar y lo más edificante para quien lo lea. Para el resto acude a otros más competentes
No hay comentarios:
Publicar un comentario