Capítulo 6
Todo esto sucedió cuando se hizo obediente a su Padre hasta el extremo de entrar en el lagar de la cruz donde pisó las uvas él solo. Pues sólo su brazo le hizo valeroso, como él mismo lo dice: Yo logré escapar incólume. Levántale ya, Dios mío, sobre todos los seres y concédele el Nombre que sobrepasa a todo nombre, de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo, en la tierra y en el abismo. Que suba a lo más alto llevando cautivos; que derrame sus dones sobre los hombres. ¿Qué dones son ésos? Dejará a su Esposa la Iglesia una prenda de su herencia definitiva: su mísera túnica. La túnica de varios colores, la túnica sin costuras, tejida de una pieza de arriba abajo, de colores muy vivos por la pluralidad de Ordenes que en ella hay, diferentes por mil matices, pero sin costura por su indivisible unidad en el amor.
Si alguien se pregunta: ¿Quién nos separará del amor de Cristo? Que escuche la respuesta que le da la túnica de tantos colores. Hay diversidad de dones, pero el Espíritu es el mismo. Hay diversidad de servicios, pero el Señor es uno. Y después de enumerar los distintos carismas, como si fueran los diversos colores, para ver cómo está entretejida y demostrar que no tiene costura, porque es de una pieza, añade: Pero eso lo realiza el mismo Espíritu, que a cada uno le da lo que le parece.
El amor inunda nuestros corazones por el Espíritu Santo que se nos ha dado. Que no se divida la Iglesia; que permanezca íntegra por derecho hereditario. Por eso, pensando en ella, quedó escrito: De pie a tu derecha está la reina con un vestido bordado en oro, enriquecido con diversas galas.
Y así, hemos recibido todos diversos dones, unos uno, otros otro. Los cluniacenses, los cistercienses, los clérigos regulares, todos los fieles del laicado, lo mismo que toda Orden, toda lengua, toda edad, todo sexo, todo estado de vida, en todo lugar y tiempo, desde el primer hombre hasta el último. Refiriéndose el profeta a esta túnica que llega hasta los talones, afirmó: Nada se libra de su calor; está a la medida exacta del que la va a llevar. Por eso dice, en otro lugar, la Escritura: Llega con vigor de extremo a extremo y todo lo alcanza con acierto.
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