Como todo esto lo va realizando en nosotros el Espíritu divino, son dones de Dios. Y cómo se realizan con el asentimiento de nuestra voluntad, también son méritos nuestros. No seréis vosotros los que habléis, sino el Espíritu de vuestro Padre el que hablará de vosotros. El Apóstol añade: ¿Buscáis una prueba de que Cristo habla por mí? Si en Pablo habla Cristo o el Espíritu Santo, ¿no obrará también uno u otro en él? Yo no hablo de cosas, dice, que Cristo no haya obrado por mí. Entonces, ¿Que? Si las palabras y las obras de Pablo no son de Pablo, sino de Dios que habla en Pablo u obra por medio de Pablo, ¿Dónde están sus méritos? ¿Por qué afirma tan seguro: He competido en noble lucha, he corrido basta la meta, me be mantenido fiel. Ahora ya me aguarda la merecida corona con la que el Señor, juez Justo, me premiará el último día? ¿Acaso cree que ha merecido la corona porque todo eso se hacía por sus medios? También hay muchas cosas buenas que se hacen por medio de los ángeles u hombres malos y no merecen nada por ellas. Quizá lo diga porque se hacían en virtud de su buena voluntad, pues dice: Si predico el Evangelio a pesar mío, soy un mero administrador; pero si lo hago por mi voluntad, tendré mérito.
Advertencia
Este blog ha sido diseñado para que pueda realizarse una lectura, de un texto de San Bernardo, cada día del año. No obstante, en esta fase se unificarán progresivamente los capítulos para que también puedan leerse como pequeños libros completos. Igualmente se añadirán las cartas de San Bernardo, que nos permitirán hacernos una idea cronológica de en qué época y circunstancias fueron hechos tanto los escritos como los sermones (están en un blog aparte)
martes, 2 de octubre de 2012
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