Pero toda esta gama de unidades nada tiene que ver con aquel que es el sumo y, por decirlo así, el únicamente uno, en el que la consustancialidad hace la unidad. Si buscas algún parecido entre las unidades mencionadas y la de Dios, encontrarás cierta unidad con él; pero si la comparas con la suya, no encontrarás ninguna. Entre todos los seres que convergen en alguna unidad, por encima de todos está la unidad de la Trinidad, en la que tres personas son una sustancia. El segundo puesto corresponde a esa unidad, en la que, por el contrario, tres sustancias son en Cristo una sola persona. Pero esta unidad y todas las demás pueden llamarse así, no porque son iguales, sino porque imitan en alguna manera a la unidad suma, que únicamente podemos encontrar en Dios mediante una consideración genuina y sencilla. Al afirmar que son tres no negamos su unidad, porque en esta Trinidad no admitimos la multiplicidad, como tampoco pensamos en una unidad solitaria. Pero cuando digo "uno", no me inquieta el número de su Trinidad, porque no multiplico su esencia, ni se cambia ni se fracciona. A su vez, cuando digo "tres", no me acusa la mirada vigilante de su unidad, pues no se crea confusión entre las tres realidades o entre los tres, ni los reduce a uno solo.
Advertencia
Este blog ha sido diseñado para que pueda realizarse una lectura, de un texto de San Bernardo, cada día del año. No obstante, en esta fase se unificarán progresivamente los capítulos para que también puedan leerse como pequeños libros completos. Igualmente se añadirán las cartas de San Bernardo, que nos permitirán hacernos una idea cronológica de en qué época y circunstancias fueron hechos tanto los escritos como los sermones (están en un blog aparte)
viernes, 8 de marzo de 2013
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