Advertencia

Este blog ha sido diseñado para que pueda realizarse una lectura, de un texto de San Bernardo, cada día del año. No obstante, en esta fase se unificarán progresivamente los capítulos para que también puedan leerse como pequeños libros completos. Igualmente se añadirán las cartas de San Bernardo, que nos permitirán hacernos una idea cronológica de en qué época y circunstancias fueron hechos tanto los escritos como los sermones (están en un blog aparte)

martes, 5 de marzo de 2013

CONSIDERACIONES. LIBRO V. CAPÍTULO XVI


   

Pero yo tengo una idea de Dios mucho más perfecta  que ésa. ¿Cuál? Su pura simplicidad. En buena lógica, la  naturaleza simple aventaja a la múltiple. Ya sé que a esta  objeción suelen responder así: no afirmamos que Dios es Dios por su multiplicidad, sino que la divinidad es la multiplicidad de sus atributos. Por tanto afirman que Dios no es múltiple, pero sí doble. Y así no han llegado al ser puramente simple, de modo que sea inconcebible otro mejor. Y deja de ser simple todo lo que depende, aunque sea de una sola forma; como deja de ser virgen la mujer, aunque únicamente se una a un solo varón. Lo digo con toda seguridad: un Dios, aunque sólo sea doble, jamás será mi Dios. Porque tengo otro mejor. 
Por supuesto, preferiría un Dios doble antes que uno múltiple. Pero rechazo a los dos por un Dios enteramente simple.  Con sentido netamente católico, éste es mi Dios. No posee  esto o aquello, ni lo de más allá. Es el  que es, no lo que es: puro, simple, íntegro, perfecto, invariable; nada recibe del tiempo, ni del espacio, ni de las cosas, ni se despoja de lo que él es para crearlas. No tiene nada que pueda dividirlo  numéricamente, ni reducirlo a la unidad: es el ser uno, pero no unificado. No consta de partes diversas como un cuerpo; no tiene afectos opuestos, como el alma; no subsiste gracias a una forma, como todo lo creado; ni siquiera una sola, como algunos han defendido. ¡Vaya una gloria para Dios, si por no ser un ente informe tuviera que sujetarse a una sola forma! Es decir, que todos los demás seres están sometidos a diversas formas y Dios solamente a una. Entonces, aquel por quien existe todo lo que es, tendría que inclinarse ante otro ser, porque le hizo el beneficio de darle lo que es. Este panegírico de Dios, como vulgarmente se dice, equivale a una blasfemia. ¿Acaso no es mucho más decoroso no deber nada a nadie que deberlo siquiera a uno solo? Ten la debida reverencia con Dios atribuyéndole lo mejor. Si pudo tu corazón subir tan alto, ¿Cómo puedes colocar tan bajo a Dios? El es su propia forma, él su esencia misma. En ese grado de perfección lo contemplo yo; y si apareciese otro más perfecto, le tributaría toda mi alabanza. No hemos de temer que nuestro pensamiento vaya mucho más allá de lo que Dios es. Por mucho que suba, está aún más arriba. Buscar al Altísimo más abajo de lo  que el hombre puede concebirlo es absurdo; impío, situarlo ahí. Hemos de buscarlo más allá, no más acá. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario