Advertencia

Este blog ha sido diseñado para que pueda realizarse una lectura, de un texto de San Bernardo, cada día del año. No obstante, en esta fase se unificarán progresivamente los capítulos para que también puedan leerse como pequeños libros completos. Igualmente se añadirán las cartas de San Bernardo, que nos permitirán hacernos una idea cronológica de en qué época y circunstancias fueron hechos tanto los escritos como los sermones (están en un blog aparte)

viernes, 8 de marzo de 2013

CONSIDERACIONES. LIBRO V. CAPÍTULO XVIII



LA UNIDAD DE LA SOBERANA TRINIDAD

La fe católica confiesa que las propiedades de  las personas divinas son las personas mismas; que estas tres personas son un solo Dios, una sustancia divina, una naturaleza divina, una suma y divina majestad. Cuenta, pues, si puedes, las personas sin la sustancia con la cual se identifican, o  las propiedades sin las personas que son respectivamente una misma realidad. Si alguien intenta separar de la sustancia a las personas o las propiedades de las personas, no sé con qué razón podría reconocerse como adorador de la Trinidad después de  haberse excedido con tantas operaciones. Digamos, pues, que son tres, pero sin perjuicio de la Unidad. Digamos que es  uno sin reducir la Trinidad. No se trata de palabras vacías o de nombres sin sentido. Si alguien se pregunta cómo puede ser  esto, bástele con saber que es cierto, no como una conclusión de la inteligencia ni por una opinión discutible, sino por la adhesión de la fe. Grandísimo misterio este que hemos de venerar, pero no escrutar. ¿Cómo es posible la unidad en la pluralidad, y más en esta clase de unidad? ¿Cómo conciliar esta  pluralidad con la unidad? Es una gran temeridad pretender  averiguarlo: creerlo es propio de la piedad y conocerlo es, vida eterna. 
Ahora, Eugenio, si crees que vale la pena, repasa en tu consideración las diversas clases de unidad que conoces; así quedará más patente lo excelso que es Dios precisamente por su Unidad. Hay una unidad que puede llamarse colectiva, como  la que forma un montón de piedras. Hay otra que podríamos  llamar constitutiva; la que hacen varias partes para formar un todo o varios miembros en un solo cuerpo. Hay una unidad  conyugal por la que dos ya no son dos, sino una sola carne, Está además la unidad natural del alma y, del cuerpo, que forman un solo hombre. Existe la unidad potestativa por la que el hombre, estable y constante, se esfuerza por permanecer siempre idéntico a sí mismo. Hay una unidad de consentimiento,  cuando entre muchos que se aman entre sí forman un solo  corazón y una sola alma. Tenemos la unidad de deseo cuando  el alma, adhiriéndose a Dios con todo su afecto, es un espíritu con él. Y existe la unidad de pura dignación divina, cuando  nuestro barro fue asumido por el Verbo de Dios para constituir una sola persona.

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