Ha tenido a bien vuestra Excelencia pedir, que dictásemos alguna cosa nueva. Nos oprime el peso de la dignidad, pero nos congratulamos de la franqueza de la dignación. Por una parte lisongea el favor, que nos hace el que lo pide, y por otra nos asusta el cumplimiento de la petición. Porque, ¿quiénes somos nosotros, para escribir a los obispos? Mas igualmente; ¿quiénes somos nosotros, para dejar de obedecer a los obispos? Lo mismo que me compele a dar lo que me piden, eso mismo me compele a negarlo. Escribir a tan grande alteza, es sobre mi y no obedecer a esa misma es contra mi. Por ambas partes hay peligro: pero parece, que amenaza mayor por la parte de la inobediencia. Saliendo pues de mi zozobra por la parte que trae menos riesgo, hago lo que mandáis. Puesto que da ánimos la familiaridad, que tan liberalmente nos franquea la misma dignidad, y sus autoridad mandándolo excusa mi presunción.
Advertencia
Este blog ha sido diseñado para que pueda realizarse una lectura, de un texto de San Bernardo, cada día del año. No obstante, en esta fase se unificarán progresivamente los capítulos para que también puedan leerse como pequeños libros completos. Igualmente se añadirán las cartas de San Bernardo, que nos permitirán hacernos una idea cronológica de en qué época y circunstancias fueron hechos tanto los escritos como los sermones (están en un blog aparte)
domingo, 31 de marzo de 2013
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