Capítulo 47
Guardémonos, pues, cuando sintamos todo esto dentro de nosotros, de atribuirlo a nuestra voluntad, que es muy débil. O de pensar que Dios está obligado a hacerlo, lo cual es absurdo. Sino sólo a su gracia, de la cual está lleno. Ella excita al libre albedrío con la semilla de los deseos; lo sana cambiando los sentimientos; le da vigor guiándolo mientras actúa; y sigue atendiéndole para que no desmaye. Colabora con el libre albedrío de la siguiente forma: primeramente se anticipa a él, y después lo acompaña. Y se anticipa a él para que después pueda ser su colaborador. De este modo, lo que solamente comenzó la gracia lo hacen después los dos: avanzan a la vez, no por separado. No uno antes y otro después, sino a un mismo tiempo. No hace una parte la gracia y otra el libre albedrío. Cada uno lo hace todo en la misma y única obra. Los dos lo hacen todo. Todo se hace con el libre albedrío, y todo se hace por la gracia.
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