Capítulo 19
Por lo tanto, para que el querer de que gozamos por el libre albedrío sea perfecto, necesitamos una doble gracia. Por una parte, saborear la verdad, lo cual supone la conversión de la voluntad hacia el bien; y, por otra, la posibilidad de realizarlo, es decir, la confirmación en el bien.
LA PERFECCIóN DE LA BUENA VOLUNTAD INCLUYE UN TRIPLE BIEN.-Es perfecta la conversión al bien cuando solamente nos complace lo que es conveniente o lícito. Y la confirmación en el bien es perfecta si no carece de nada de lo que desea. La voluntad alcanza la perfección cuando es plenamente buena y llena de bondad. Posee una doble cualidad original: una, por ser criatura -porque el Dios bueno todo lo hace bien- y, además, porque vio Dios todo lo que había hecho,y era muy bueno. La otra, por el libre albedrío, según el cual fue creada a imagen del Creador. Si a ello añadimos la conversión al Creador, entonces puede considerarse plenamente buena.
Buena como toda criatura en general, superior a ellas por su naturaleza, y óptima cuando se ordena a sí misma. Esta ordenación consiste en la total conversión de la voluntad a Dios y en su sometimiento deliberado y ferviente, Esta justicia tan excelsa merece y lleva siempre consigo la plenitud de la gloria. Ambas están unidas, tan unidas que es imposible una justicia perfecta sin la gloria, y ésta sin aquélla. Y con razón es gloriosa esta justicia, porque no existe gloria verdadera sin ella. Por eso está escrito: Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia, porque se saciarán.
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