Capítulo 27
Mientras tanto, aprendemos en esta vida de la libertad de deliberación a no abusar de la libertad de complacencia. De este modo restauramos en nosotros la imagen de Dios y nos preparamos por la gracia a recobrar aquella primera dignidad que perdimos por el pecado. Dichoso quien merezca oír de sí mismo: ¿Quién es ése? Vamos a felicitarlo. Hizo maravillas en su vida. Pudo desviarse y no se desvió; pudo hacer el mal y no lo hizo.
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