Por eso la caída el pecador no se debe atribuir a la facultad de poder hacerlo, sino al vicio de la voluntad. Pero quien ha caído por su propia voluntad no es libre para levantarse gracias a esa voluntad. La voluntad tenía la posibilidad de no caer, mas no la de levantarse si caía. No es tan fácil salir de un precipicio como caer en él. El hombre cayó por su propia voluntad en el abismo del pecado. Pero no le basta la voluntad para poder salir de él, porque, aunque quiera, no puede evitar ya el pecado.
Advertencia
Este blog ha sido diseñado para que pueda realizarse una lectura, de un texto de San Bernardo, cada día del año. No obstante, en esta fase se unificarán progresivamente los capítulos para que también puedan leerse como pequeños libros completos. Igualmente se añadirán las cartas de San Bernardo, que nos permitirán hacernos una idea cronológica de en qué época y circunstancias fueron hechos tanto los escritos como los sermones (están en un blog aparte)
miércoles, 5 de septiembre de 2012
LIBRO DE LA GRACIA Y EL LIBRE ALBEDRÍO: CAPÍTULO XXIII
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