Capítulo 19
Sea uno solo el que mande a todos lo que deben hacer y a él le rendirán cuentas. Deposita en él toda tu confianza y tú entrégate de lleno a ti mismo y a la Iglesia de Dios. Si no encuentras a nadie que sea fiel y capaz, es preferible que le des el cargo al que por lo menos sea fiel; esto es lo más seguro. Si no hallaras una persona idónea, te recomiendo que soportes al que no es del todo fiel. Cualquier cosa menos perderte tú en ese laberinto. Recuerda que el Salvador aguantó a Judas como administrador de la bolsa. Lo más impropio de un obispo es ocuparse del ajuar de la casa y de sus dineros; escrutarlo y averiguarlo todo; dejarse recomer por las sospechas y perder el equilibrio por las cosas que se pierden o estropean. Lo digo para vergüenza de algunos prelados que cada día recuentan todo lo que poseen, lo revisan todo y piden cuentas hasta del último céntimo. No obró así aquel egipcio, que lo confió todo a José y ya no quiso saber ni lo que tenía en su casa. Debería caérsele la cara de vergüenza a un cristiano que no se fía de otro cristiano para entregarle la administración de sus cuentas. Un hombre sin fe se fió de su siervo y le puso al frente de su casa, aun sabiendo que era un extranjero.
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