Advertencia

Este blog ha sido diseñado para que pueda realizarse una lectura, de un texto de San Bernardo, cada día del año. No obstante, en esta fase se unificarán progresivamente los capítulos para que también puedan leerse como pequeños libros completos. Igualmente se añadirán las cartas de San Bernardo, que nos permitirán hacernos una idea cronológica de en qué época y circunstancias fueron hechos tanto los escritos como los sermones (están en un blog aparte)

martes, 5 de febrero de 2013

CONSIDERACIONES. LIBRO IV. CAPÍTULO XVIII



No dudes que te verás privado de estos bienes y tendrás que soportar todos estos males si, dividiendo tu espíritu, quieres entregarlo a la vez a las cosas de Dios y a los pequeños negocios de tu casa. Debes buscarte alguien que mueva por ti la muela del molino. Por ti, he dicho, y no contigo. Habrá cosas que debas realizarlas tú solo; obras, tú ayudado por otros; y algunas, por medio de otros y sin ti. Quien sea sabio, que lo entienda. No encontrarás razón alguna para que tu consideración se entretenga en estas menudencias. Creo que el gobierno de tu casa corresponde a ese orden de cosas que he colocado en tercer lugar. Por eso, se encargará de ellas otro y no tú.  
Pero si no es fiel, te robará; y si no es competente, se dejará robar. Para confiarle la administración de tu casa debe reunir ambas cualidades: la fidelidad y la precaución. Con todo, serán insuficientes si no posee una tercera. ¿Quieres saber cuál? La autoridad. Pues ¿De qué le sirve que desee y sepa disponer lo necesario si no puede llevarlo a cabo? Para ello necesita que delegues en él, y así pueda actuar según su criterio. Si crees que no sería razonable darle esas atribuciones, recuerda que se trata de un hombre fiel que sólo intenta obrar razonablemente. Piensa además que es una persona prudente y sabe proceder con madurez. Mas el que posee un espíritu fiel y capaz, será activo y eficiente si cuenta con medios para decidir sin cortapisas y si es obedecido por todos, sin entorpecimientos. Todos acatarán sus órdenes. Nadie le negará su colaboración ni le preguntará: ¿Por qué has hecho esto? 
Por sí mismo podrá admitir o excluir a quien quiera, cambiar los sirvientes, darles otra ocupación cuando le parezca oportuno. Así será respetado por todos para bien de todos. A todos gobierna, a todos sirve y se sirve de todos. No des acogida a las acusaciones encubiertas que se tramen contra él; debes tomarlas como detracciones. Quisiera  que adoptases esta norma general: ten por sospechoso a todo el que tema denunciar públicamente lo que te ha susurrado al oído. Si decides que debe acusarlo ante los demás y se niega, considéralo como un chismoso, no como un acusador.

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