¿Y no es un retroceso humillante tener que recurrir a las realidades inferiores? Es ofensivo que seres superiores añoren el apoyo de los menos perfectos, y ningún hombre se verá plenamente libre de esa injuria hasta que no llegue a la libertad de los hijos de Dios. Entonces serán todos discípulos de Dios, y sin mediación de criatura alguna serán felices sólo en Dios. Esto equivale a repatriarse: salir de la región de los cuerpos hacia la patria de los espíritus. Esa patria es Dios mismo, el espíritu infinito, la máxima morada de las almas de los santos. Para que los sentidos corporales o la imaginación no se arroguen o más mínimo, Dios es allí la verdad misma, la sabiduría, la virtud, la eternidad, el sumo bien. El lugar en que estamos ausentes y vivimos mientras esto llegue es un destierro, y de lágrimas, donde reina la sensualidad y está proscrita la consideración; lugar en que los sentidos corporales gozan de total libertad para satisfacerse cuanto deseen y la luz de la consideración queda envuelta en densas tinieblas. ¿Podemos extrañarnos de que el forastero necesite recurrir a las gentes del país? Puede darse por satisfecho el caminante que consigue la ayuda de los ciudadanos, sin la que no podía caminar. Dichoso, sobre todo, si acierta a servirse de ese auxilio sin abusar de él; si sabe reclamarlo sin pedirlo y exigirlo sin suplicarlo.
Advertencia
Este blog ha sido diseñado para que pueda realizarse una lectura, de un texto de San Bernardo, cada día del año. No obstante, en esta fase se unificarán progresivamente los capítulos para que también puedan leerse como pequeños libros completos. Igualmente se añadirán las cartas de San Bernardo, que nos permitirán hacernos una idea cronológica de en qué época y circunstancias fueron hechos tanto los escritos como los sermones (están en un blog aparte)
sábado, 16 de febrero de 2013
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