Advertencia

Este blog ha sido diseñado para que pueda realizarse una lectura, de un texto de San Bernardo, cada día del año. No obstante, en esta fase se unificarán progresivamente los capítulos para que también puedan leerse como pequeños libros completos. Igualmente se añadirán las cartas de San Bernardo, que nos permitirán hacernos una idea cronológica de en qué época y circunstancias fueron hechos tanto los escritos como los sermones (están en un blog aparte)

domingo, 10 de febrero de 2013

CONSIDERACIONES. LIBRO IV. CAPÍTULO XXI


Capítulo 21


Así y todo, me gustaría que no ignorases las costumbres e inclinaciones de tu servidumbre. Que no seas el último en enterarte de los desórdenes de tu casa, como les ha sucedido a tantos otros. Ya te dije que no debes ser tú quien se ocupe de todo. Pero el problema de la moralidad de tu casa no se lo confíes a nadie. Responsabilízate tú. Si alguien se insolenta en tu presencia, o pronuncia palabras indebidas o es descubierto en alguna corrupción, pon la mano sobre él y venga la injuria que te hacen. La impunidad genera osadía y la osadía el abuso. En la casa del obispo deben reinar la santidad, la sencillez y la decencia, y quien las cultiva es la disciplina. Los sirvientes del sacerdote o son mejores que los demás o se convierten en la comidilla de todos. No toleres a tus más allegados el menor atisbo de incontinencia o intemperancia en el porte, en su modo de vestir o en los gastos. Que tus hermanos en el episcopado aprendan de tu ejemplo a no tener consigo a jóvenes repeinados y niños presumidos. Es algo impropio ver cabelleras rizadas entremezcladas con las mitras. Recuerda el aviso del sabio: se trata de tus hijas. No les muestres una cara excesivamente risueña.

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