Advertencia

Este blog ha sido diseñado para que pueda realizarse una lectura, de un texto de San Bernardo, cada día del año. No obstante, en esta fase se unificarán progresivamente los capítulos para que también puedan leerse como pequeños libros completos. Igualmente se añadirán las cartas de San Bernardo, que nos permitirán hacernos una idea cronológica de en qué época y circunstancias fueron hechos tanto los escritos como los sermones (están en un blog aparte)

martes, 19 de febrero de 2013

CONSIDERACIONES. LIBRO V. CAPÍTULO V.



NUESTRA CONSIDERACIÓN EXPLORA DE TRES MANERAS A DIOS Y A LOS ANGELES


Tal vez me acuses de que ya he expuesto suficientemente por dónde hemos de subir, y ahora me exigirás  que explique también a dónde vamos a subir. Pero te engañas si esperas que te lo diga: pertenece a lo inefable. ¿Piensas que puedo hablar de lo que ojo nunca vio, ni oído oyó, ni hombre alguno ha imaginado? A nosotros nos lo ha revelado Dios por medio del Espíritu. Por consiguiente, las realidades que hay allí arriba no las conocemos por la palabra humana, sino por la revelación del Espíritu Santo. Lo que no puede explicarnos la razón del hombre ha de buscarlo la consideración, suplicarlo la oración, merecerlo nuestro comportamiento y alcanzarlo  nuestra pureza. 
Cuando te amonesto a considerar las realidades que están  por encima de ti, no vayas a pensar que te mando contemplar el sol, la luna, las estrellas, los espacios celestes y las aguas que cuelgan en el cielo. Aunque todo ello está más alto que nosotros, son muy inferiores por su valor y la dignidad de su naturaleza: al fin se trata de cuerpos materiales. Tú tienes una parte de tu ser que es espiritual, por lo que en vano buscarás algo superior a ti fuera  de los seres que son espirituales. Dios sí es espíritu, y los santos ángeles; por eso están sobre ti.  Dios por su naturaleza y los ángeles por la gracia, son  superiores a ti. Lo mejor del ángel y lo mejor de ti coinciden: es la razón. Pero en Dios, todo él es lo mejor y no una cualidad determinada. A él y a los espíritus que son bienaventurados con él se llega a conocerlos con nuestra consideración de tres  maneras o por tres caminos: la opinión, la fe y la inteligencia. Esta se apoya en la razón, la fe en la autoridad y la opinión se ampara en la apariencia de la verdad. Las dos primeras poseen la verdad con certeza, aunque velada y oscura en el caso de la fe; clara y manifiesta para la inteligencia. Mas la opinión no posee certeza alguna, pues busca la verdad en la verosimilitud, aunque no la alcanza.

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