Advertencia

Este blog ha sido diseñado para que pueda realizarse una lectura, de un texto de San Bernardo, cada día del año. No obstante, en esta fase se unificarán progresivamente los capítulos para que también puedan leerse como pequeños libros completos. Igualmente se añadirán las cartas de San Bernardo, que nos permitirán hacernos una idea cronológica de en qué época y circunstancias fueron hechos tanto los escritos como los sermones (están en un blog aparte)

jueves, 21 de febrero de 2013

CONSIDERACIONES. LIBRO V. CAPÍTULO VIII


¿Qué sentido tiene esta distinción gradual? A no ser  que tu consideración haya encontrado otra explicación mejor, podemos pensar que los ángeles, por datos de fe, son los  espíritus asignados a cada uno de los hombres y enviados para ejercer su ministerio con los herederos de la gloria, conforme a la doctrina de Pablo. De ellos dijo el Salvador: Sus ángeles están viendo siempre en el cielo el rostro de mi Padre celestial. Podemos pensar que les preceden los arcángeles, quienes,  iniciados en los misterios divinos, son enviados con misiones de extraordinaria importancia. Entre ellos se destaca el arcángel Gabriel, que, como leemos en el Evangelio, fue enviado a María para anunciarle la causa más sublime. 
Podemos pensar que sobre ellos están las virtudes. Son los que ordenan ejecutar los signos y prodigios que para aviso de los mortales aparecen en los elementos o por los elementos de la naturaleza. Quizá por esto, cuando lees en el Evangelio: aparecerán portentos en el sol, la luna y las estrellas, te dan a continuación el motivo: porque las virtudes de los cielos se pondrán en movimiento. Se trata de los espíritus que realizan esas maravillas. Podemos pensar en las potestades,  que son todavía superiores, pues por su fuerza queda subyugado el poder de las tinieblas, reprimiendo su malicia; así no pueden hacer todo el daño que quieren, sino sólo cuando redunde en mayor  bien. 
Podernos pensar también que por encima están los principados, bajo cuya dirección y sabiduría se establece, se rige, se  imita, se transfiere, se altera y se cambia todo poder superior de la tierra. Podemos pensar que las dominaciones sobresalen entre todos los órdenes mencionados, hasta el punto de que  los demás espíritus son como subordinados, pues de ellos  depende el gobierno de los principados, la protección de las potestades, los portentos de las virtudes, las revelaciones de los arcángeles, la providencia y custodia de los ángeles. 
Podemos pensar  que los tronos han volado por encima de las dominaciones. Se laman tronos, precisamente porque están sentados, para que sobre ellos se siente el mismo Dios. Pues si no estuviesen sentados, no podría sentarse sobre ellos el  Altísimo. ¿Me preguntas cómo concibo yo esta posición de  sentados? Equivale a gozar de una tranquilidad suma, de una serenidad placidísima, de una paz que supera toda experiencia. Así está el Señor Dios de los ejércitos juzgando todas las  criaturas con infinita tranquilidad, placidísimo, serenísimo, apacibilísimo. Y constituyó a los tronos muy parecidos a él. 
Podemos pensar que los querubines son unos espíritus que deben de la misma boca del Altísimo y distribuyen corrientes de ciencia a todos sus conciudadanos. Mira si no aquel río del que habla el profeta, cuyo correr alegra la ciudad de Dios. Podemos pensar, por fin, que los serafines son unos espíritus abrasados por el fuego divino,  que incendian toda la creación, para que, a su vez, cada uno de os espíritus sean lámparas  encendidas y resplandecientes, luminosos por su sabiduría y ardientes por su amor.

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