Advertencia

Este blog ha sido diseñado para que pueda realizarse una lectura, de un texto de San Bernardo, cada día del año. No obstante, en esta fase se unificarán progresivamente los capítulos para que también puedan leerse como pequeños libros completos. Igualmente se añadirán las cartas de San Bernardo, que nos permitirán hacernos una idea cronológica de en qué época y circunstancias fueron hechos tanto los escritos como los sermones (están en un blog aparte)

jueves, 24 de enero de 2013

CONSIDERACIONES. LIBRO IV. CAPÍTULO V



Volvamos a nuestro esquema. ¿Qué es eso de comprar con despojos de las Iglesias a las gentes  que te vitorean a tu paso por las calles de los ricos, arrojándoles el sustento a los pobres? Brilla en el lodo la plata y se abalanzan todos a por ella; pero no la atrapa el más necesitado, sino el más fuerte ágil. No iniciaste tú esta mala costumbre o, más bien, esta desgracia. Pero ojalá acabases con ella. Prosigamos. Entre esta algarabía se destaca tu figura cuando avanzas vestido de tisú de oro rodeado del más vivo colorido. ¿Ganan algo con ello tus ovejas? Si tuviese valor, te diría que estos pastos les agradan más a los demonios que a ellas. ¿Hacia eso Pedro, se entretenía así Pablo? 
Como puedes comprobar, todo el celo de los eclesiásticos se agota únicamente en defender su dignidad personal. Todo se va en honores; casi nadie se empeña en la propia santidad. Si alguna vez, por requerirlo las circunstancias, intentas ser más sencillo y accesible, escucharás en seguida: Cuidado. No está bien, no es propio de nuestros tiempos, no corresponde a tu grandeza; lleva cuenta del cargo que representas. Lo último que mencionen será la voluntad de Dios. Viven totalmente despreocupados de su salvación, como si creyésemos que las grandezas pueden salvarnos o pensáramos que es justo todo lo que satisface a la vanagloria. Lo humilde es juzgado en tu corte como una abyección; por eso encontrarás antes al sencillo que a quien desee parecerlo. El temor de Dios se considera como una simpleza, por no decir como una necedad. Llaman hipócrita al comedido y al hombre de conciencia. Al que ama la paz y se reserva un tiempo para su espíritu lo tienen por inútil.

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